Es tiempo de que dejemos a Dios arrojar luz en nuestro interior y podamos mostrar obras producto de nuestra fe.
En el evangelio de Lucas 23:34, Jesús pronunció algunas de sus últimas palabras antes de morir:
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Palabras que retumban hasta el día de hoy, en el corazón y la mente de toda la humanidad. En algunos porque aún no han reconocido que Jesucristo es el único camino a Dios el Padre, y en otros porque habiendo conocido la Verdad, nos pasamos mucho tiempo de nuestra vida cristiana haciendo cosas que "no sabemos por qué las hacemos", casi siempre como producto de nuestra inmadurez.
Los psicólogos han descubierto algunas cosas muy interesantes en el comportamiento humano, que se repiten también en el espiritual. Si tú entras en una tienda a comprar una prenda de vestir, verás que cada persona elige un modelo distinto de ropa. ¿Por qué tenemos distintos gustos y maneras de vestirnos? La respuesta tiene que ver con lo que hacemos pero no sabemos por qué lo hacemos. Por ejemplo, las personas que son tímidas eligen ropas que les quedan holgadas, porque tratan de ocultar las formas de su cuerpo; los que son seguros de sí mismos eligen ropa más ajustada; los que son alegres y simpáticos se inclinan por ropa estampada con distintos colores; las personas prácticas, ropa fácil de combinar; los ambiciosos prefieren ropa de mangas largas. Igualmente, los colores de la ropa que más nos atraen, tienen que ver con nuestra personalidad. El rojo por ejemplo, la persona que lo elije, seguramente es impulsiva, nerviosa, muy activa, que disfruta de ser el centro de atención y es ambicioso. El color rosa, puede denotar ser afectivo, cariñoso, comprensivo y tolerante. El color azul suele ser aplicable a una persona creativa, perspicaz, sensible, analítica, inteligente, y con sentimientos profundos.
Estos son algunos ejemplos de la forma en que la condición interna (que no se ve) se refleja en formas externas (que sí se ven), lo que significa que las personas hacemos cosas que no sabemos por qué las hacemos, como elegir la ropa.
Y así también, el lugar y la forma en la que nos sentamos en la iglesia. En fin, todo esto habla de la condición interna de cada uno. Jesús, en el momento de ser llevado a la cruz, vestía ropas que mostraban su condición interna: una túnica de una sola pieza, vestimenta usada solo por los ricos y por el sumo sacerdote; su riqueza interna y su mediación entre Dios y los hombres lo reflejaba en su ropa.
Extrapolándolo a lo espiritual, sucede algo muy parecido: Jonás, enviado a Nínive a predicar para que la gente se arrepintiera, decide ir a Tarsis. El barco en que viaja es sacudido por una fuerte tormenta, es arrojado al mar y termina en el vientre de un gran pez. Hasta aquí las acciones visibles de Jonás, pero éstas nos hablan de un conflicto interno en él, la desobediencia, condición que no se ve pero que se refleja en sus acciones. También,
David decide quedarse con una mujer casada, manda asesinar a su esposa, y tiene un hijo con ella; hasta aquí acciones externas, resultado de su condición interna: pecado.
Saúl y todo su ejército en el frente de batalla; un gigante los desafía y nadie se atreve a hacerle frente; acciones externas, pero lo que no se ve es "temor".
El apóstol Pablo, persigue, encarcela y mata cristianos, consecuencia de su religiosidad.
Y así podríamos mencionar muchas situaciones en las que hacemos cosas y tenemos actitudes, que no sabemos por qué las hacemos. Y en todas ellas las personas involucradas no sabían por qué lo hacían, pero lo hacían.
Pero la gracia de Dios ha sido derramada para que nuestro interior sea transformado y como resultado, las acciones que llevamos a cabo también.
Quizás sea tiempo en que dejemos a Dios alumbrar nuestro interior para que Él trate con la desobediencia, el pecado, el temor y la religiosidad, y podamos mostrar obras producto de nuestra fe.
Quizás sea tiempo en que dejemos a Dios alumbrar nuestro interior para que Él trate con la desobediencia, el pecado, el temor y la religiosidad, y podamos mostrar obras producto de nuestra fe.
Siempre estamos a tiempo porque tenemos un "Padre que nos perdona y restaura, porque muchas veces no sabemos lo que hacemos".
Adelante, hay victoria en Jesús.
Adelante, hay victoria en Jesús.
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