jueves, 25 de diciembre de 2014

Lo Fundamental de la Navidad

La Navidad se fundamenta en lo que Dios nos enseña sobre lo que significa el amor. Como nos dice la Escritura:

“Miren como se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de Él. En esto está el amor: no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados.” (1 Juan 4: 9-10) 

Dios se hizo cuerpo humano en Navidad, se volvió visible de manera que el amor se volviera también visible. Al tener ahora sangre propia, puede derramarla por nosotros. Al tener cuerpo propio, puede ofrecerlo en la cruz por nosotros. Y Él hace esto a la vista de todos para que podamos imitarle. De ahí que San Juan diga:

“Y en esto hemos conocido el amor; ahora también nosotros debemos dar la vida por los hermanos.” (1 Juan 3:16)

Esto incluye a nuestros hermanos y hermanas que están aún en el vientre, todos, los niños que son privados de la protección legal de sus vidas (y por lo tanto, al mismo tiempo, de sus derechos).
¿Estamos dispuestos a dar nuestras vidas por ellos? Esto no es figuración, ficción, o un compromiso tibio. Esto es discipulado, que no admite gracia barata. Una adhesión apasionada a Cristo – quien se hizo carne en Navidad y aún es así hasta nuestros días – que implica la apasionada obligación de rescatar a los que necesitan ser salvados, no solo espiritualmente sino también, físicamente.

Basilio de Cesarea, por ejemplo, luchó intensamente en contra del aborto y el infanticidio en el cuarto siglo del Imperio Romano.
“Tan apasionado era Basilio en su preocupación por la vida, que él y varios diáconos de la iglesia, salieron de la ciudad a desmantelar el viejo templo de infanticidios de Cesarea con sus propias manos. Él sabía que esta acción podría comprometer su lucha, pero le movía una obligación espiritual irrefrenable… Y sabiendo de la cruzada de Basilio, el emperador Valentino dio el primer paso hacia el reconocimiento de la plena criminalización del infanticidio en el año 374…” 

Remarquemos la referencia a “apasionado” y “obligación espiritual irrefrenable”. Es justo lo expresado arriba por San Juan. Dado que Cristo vino al mundo físicamente y dio su vida en la cruz, nosotros tenemos el privilegio de darla por otro. Podemos correr riesgos al protegernos unos a otros. Basilio también se estremeció por un mal físico, inspirado por un Dios que se volvió físico en la Encarnación, y ello le impulsó a una acción física.
El hacerse visible Dios en la Navidad no es solamente una bendición que recibimos; es una obligación contraída que aceptamos. Al recibir a Aquél que se hizo cuerpo para sacrificarse por nosotros, aceptamos el deber y el privilegio de sacrificar nuestros propios cuerpos, nuestras posesiones y vidas para amarnos unos a otros, especialmente a los oprimidos, siendo los primeros los no nacidos.

La Biblia dice en Colosenses 2. 16-23 

Libertad en Cristo

16 Que nadie, pues, os critique por cuestiones de comida o de bebida, ni por lo que respecta a celebraciones, novilunios o días festivos en general. 17 Todo esto no es más que sombra de lo que ha de venir. La realidad es Cristo. 18 Que no os escamoteen el premio esos que hacen alarde de humildad y de dar culto a los ángeles, esos que presumen de visiones y que con sus pensamientos mundanos están inflados de vano orgullo. 19 Es gente que ha perdido el contacto con Cristo, es decir, con la cabeza por medio de la cual todo el cuerpo, a través de los ligamentos y junturas, se mantiene unido y recibe el alimento querido por Dios. 20 Si habéis muerto con Cristo y nada tenéis que ver con las potencias cósmicas, ¿por qué os dejáis imponer normas como si pertenecieseis a este mundo? 21 “Prescinde de esto; no pruebes eso; no toques aquello”.22 Pero todas esas son cosas destinadas a gastarse con el uso, como prescripciones y enseñanzas humanas que son. 23 Tienen, ciertamente, un aire de sabiduría, con su aspecto de religiosidad, su pretendida humildad y su aparente rigor ascético. En realidad carecen de todo valor; sólo sirven para satisfacer las desordenadas apetencias humanas.

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