“Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse.” Marcos 14:32-33
Al Getsemaní solo subieron tres de los doce discípulos de Jesús. A tu Getsemaní no van a subir todos los que te siguen. En el día de tu gloria no van subir aquellos que sanaste, ni la multitud que necesita de ti, ni la multitud a la que le multiplicaste los panes y los peces. A ese lugar donde tú vas a ser apretado, donde vas a ser prensado para sacar lo mejor de ti, no van aquellos que dicen Hosanna y que te celebran.
Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. Marcos 14:34-35
Jesús oró al Padre que, si era posible, lo sacara de aquel problema. Hoy en día, lo que se le ha enseñado a la gente es a orar, como Jesús lo hizo en aquella ocasión, para que Dios les libre de problemas. Lo triste de esto es que, muchas veces, Dios no contesta este tipo de oración, y es la única que muchos saben hacer.
La biblia dice que Jesús fue a orar, en el verso 36, para que Dios lo librara de lo que se aproximaba, diciendo: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti”; esta no es una mala oración, sin duda, pero no es la oración que se debe hacer en momentos así. Pero Jesús, complementándola, continúa diciendo “…aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú, esa sí era la oración pertinente. Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Cristo estaba en un momento muy difícil y duro de su vida, pero no encuentra apoyo ni siquiera en aquellos que se supone, debían estar con él hasta el último momento. ¿No ha llegado un momento en tu vida, en el que tú no puedes encontrar apoyo en nadie? Y dice la biblia, en el verso 38: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. ¿Cuáles mismas palabras? Las que había dicho antes: Padre, si es posible, pasa de mí esta copa. Tú todo lo puedes.
Jesús se encuentra en el punto de su vida donde la promesa de Dios va a ser cumplida; la palabra que Dios había dado hace miles de años estaba a punto de ver la luz, y esa presión estaba dentro de Él.
Jesús estaba siendo presionado por todas partes. El texto sigue diciendo: “Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle. Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.”
¿Cuándo se vio en la Biblia que Dios no le contestara una oración a Jesús? Solamente en ese momento. Todo lo que Jesús pedía al Padre, Él lo hacía. Jesús oró por montones de cosas y cada vez que oró Dios le contestó. Se multiplicaron los panes y los peces, sanó enfermos y resucitó muertos; pero, en esta ocasión oró tres veces y tuvo que resignarse a la respuesta. La respuesta fue: No, de esta no te puedes librar, ni con adoración ni con oración; ésta tienes que afrontarla. La oración que tienes que hacer es para prepararte para afrontar lo que se te aproxima.
No existe verdadero éxito si no hay sacrificio. La adversidad puede sacar lo peor de ti o puede sacar lo mejor. Muchos cristianos tratan de orar para dejar fuera los problemas, cuando, a veces, hay problemas que tienes que pasar realmente por ellos, y lo que tienes que hacer es orar por la preparación para atravesar las dificultades que tienes. El mismo Salmo 23 nos lo dice: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno. Tu oración no debe ser para que nunca pases por el valle de la muerte, sino para que aunque andes en el valle de la muerte, no temas mal alguno.
Mientras camines a través de la adversidad Dios va a estar contigo. Así podrás vencer la misma.
Al Getsemaní solo subieron tres de los doce discípulos de Jesús. A tu Getsemaní no van a subir todos los que te siguen. En el día de tu gloria no van subir aquellos que sanaste, ni la multitud que necesita de ti, ni la multitud a la que le multiplicaste los panes y los peces. A ese lugar donde tú vas a ser apretado, donde vas a ser prensado para sacar lo mejor de ti, no van aquellos que dicen Hosanna y que te celebran.
Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. Marcos 14:34-35
Jesús oró al Padre que, si era posible, lo sacara de aquel problema. Hoy en día, lo que se le ha enseñado a la gente es a orar, como Jesús lo hizo en aquella ocasión, para que Dios les libre de problemas. Lo triste de esto es que, muchas veces, Dios no contesta este tipo de oración, y es la única que muchos saben hacer.
La biblia dice que Jesús fue a orar, en el verso 36, para que Dios lo librara de lo que se aproximaba, diciendo: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti”; esta no es una mala oración, sin duda, pero no es la oración que se debe hacer en momentos así. Pero Jesús, complementándola, continúa diciendo “…aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú, esa sí era la oración pertinente. Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Cristo estaba en un momento muy difícil y duro de su vida, pero no encuentra apoyo ni siquiera en aquellos que se supone, debían estar con él hasta el último momento. ¿No ha llegado un momento en tu vida, en el que tú no puedes encontrar apoyo en nadie? Y dice la biblia, en el verso 38: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. ¿Cuáles mismas palabras? Las que había dicho antes: Padre, si es posible, pasa de mí esta copa. Tú todo lo puedes.
Jesús se encuentra en el punto de su vida donde la promesa de Dios va a ser cumplida; la palabra que Dios había dado hace miles de años estaba a punto de ver la luz, y esa presión estaba dentro de Él.
Jesús estaba siendo presionado por todas partes. El texto sigue diciendo: “Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle. Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.”
¿Cuándo se vio en la Biblia que Dios no le contestara una oración a Jesús? Solamente en ese momento. Todo lo que Jesús pedía al Padre, Él lo hacía. Jesús oró por montones de cosas y cada vez que oró Dios le contestó. Se multiplicaron los panes y los peces, sanó enfermos y resucitó muertos; pero, en esta ocasión oró tres veces y tuvo que resignarse a la respuesta. La respuesta fue: No, de esta no te puedes librar, ni con adoración ni con oración; ésta tienes que afrontarla. La oración que tienes que hacer es para prepararte para afrontar lo que se te aproxima.
No existe verdadero éxito si no hay sacrificio. La adversidad puede sacar lo peor de ti o puede sacar lo mejor. Muchos cristianos tratan de orar para dejar fuera los problemas, cuando, a veces, hay problemas que tienes que pasar realmente por ellos, y lo que tienes que hacer es orar por la preparación para atravesar las dificultades que tienes. El mismo Salmo 23 nos lo dice: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno. Tu oración no debe ser para que nunca pases por el valle de la muerte, sino para que aunque andes en el valle de la muerte, no temas mal alguno.
Mientras camines a través de la adversidad Dios va a estar contigo. Así podrás vencer la misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario