lunes, 15 de diciembre de 2014

Concentrarse en…

Un carpintero trabajaba con un pedazo de madera del que iba a formar una mecedora para que su esposa la usara para descansar. Cada día que pasaba, la madera se iba transformando en un cuerpo firme, lista para ser usada.
La última noche cuando iba a ser barnizada, el serrucho se acercó a la mecedora y le dijo: – No quedaste como pensé, veo que aún tienes fallos y no deberías salir rematada así. Pero la mecedora le respondió: – Puede ser tu percepción pero el maestro en todo el tiempo que trabajó conmigo, me decía cómo iba a ser al finalizar su labor y así estoy, como él me dijo; yo creo en lo que Él me dijo y nada ni nadie cambiará eso.
Pasar tiempo con nuestro Creador es primordial porque nos prepara para poder sobrellevar las diferentes dificultades que se nos presentarán, y es entonces, cuando deberemos concentrarnos en lo que hemos aprendido de Él y no dejarnos llevar por las circunstancias adversas.
Si no pasamos tiempo con Él, si no escuchamos su voz y no creemos lo que está escrito en su palabra, difícilmente estaremos firmes. Filipenses 4:8-9 dice: “Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza. No dejen de poner en práctica todo lo que aprendieron y recibieron de mí, todo lo que oyeron de mis labios y vieron que hice. Entonces el Dios de paz estará con ustedes.”
Este pasaje nos enseña que es de mucho provecho poner nuestra mirada en lo bueno, verdadero, honorable, justo, puro y admirable, pues hace que vivamos confiados y con mucha esperanza en Dios, quien es el que nos da paz, y que los problemas son pasajeros y que siempre hay una salida.
De lo contrario, si nos concentramos en lo malo que estamos viviendo, la esperanza se acabará pronto y la fe se apagará poco a poco.
Cree en lo que Dios tiene para ti, pasa tiempo con Él y no te dejes llevar por lo negativo que estás viviendo, porque en Dios siempre hay esperanza.

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