Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Efesios 5:25.
Con respecto al cuerpo de Cristo (1 Corintios 12), el Señor Jesús es la cabeza y todos los redimidos son los diferentes miembros de su cuerpo. El asunto principal en este concepto es la unidad de los salvados. Por diferentes que seamos, todos estamos unidos a Jesús y formamos una divina unidad gracias al Espíritu Santo.
En la casa (1 Timoteo 3:15), el templo se enfatiza sobre la santidad. Cada creyente es una piedra de la casa de Dios. Juntos formamos una morada en la que Dios habita en esta tierra. Como Él es el dueño, comprendemos que no puede tolerar nada que esté en contradicción con Él. Por eso Él quiere ver en la vida de cada uno de los suyos, una clara separación de toda especie de mal.
Cuando el Nuevo Testamento emplea la imagen de la esposa (Efesios 5:22-32), el Espíritu Santo subraya el amor y el afecto del Señor Jesús por su Iglesia. ¿Respondemos a ese amor con obediencia y abnegación? ¡Eso es lo que está esperando de corazón!
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