viernes, 19 de diciembre de 2014

El alcance de nuestra gratitud

La Biblia contiene mandatos, pero no la explicación de cómo cumplir con ellos. Sabemos que la Biblia contiene todo lo que necesitamos saber para obedecer a Dios. Sin embargo, a veces desearíamos recibir instrucciones detalladas, por ejemplo, el versículo 18 del capítulo 5 de 1ª Tesalonicenses dice simplemente: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.
Ahora bien, ¡esas son palabras mayores! Nos apresuramos a dar gracias al Señor por las bendiciones, como un nuevo bebé, una nueva casa, o un nuevo trabajo, pero ¿qué hay de la enfermedad, del dolor, de las dificultades o de las pérdidas?, ¿cómo podemos estar agradecidos por esas cosas? La respuesta es que no podemos, a menos que reconozcamos que Dios trae o permite el dolor y las dificultades en la vida, por sus buenos propósitos para con nosotros y para su gloria.
José es un ejemplo de esta verdad. Sus hermanos lo vendieron como esclavo, pero Dios usó su difícil situación para salvar la vida de muchas personas, entre ellas a sus mismos hermanos (Génesis 50.20). Cuando elegimos la gratitud en vez de la amargura, reconocemos que el Señor es bueno, incluso cuando las circunstancias no lo sean.
Hay muchas cosas que nunca seremos capaces de entender en este mundo, pero hay algo de lo que podemos estar muy seguros: Nuestro Dios es bueno. Además, sus propósitos son buenos, y Él ha prometido estar con nosotros en cada circunstancia. Si creemos esto, podemos dar gracias en todo.

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