sábado, 1 de noviembre de 2014

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Dejarnos llevar por sentimientos, emociones o caprichos pasajeros puede conducirnos a cometer grandes errores.
Sansón, el hombre más fuerte que Jehová eligió para salvar al pueblo de Israel de las manos de los filisteos, puso primeramente, sus sentimientos antes que la razón y le costó la vida.
Los filisteos eran gente mala que vivía en Canaán; tenían muchos guerreros y causaban daño a los israelitas. En una ocasión, cuando Sansón iba donde vivían los filisteos, un león grande salió rugiendo contra él, pero Sansón lo mató con sus manos nada más.
Así también, mató a cientos de filisteos malos, hasta que Sansón se enamoró de una mujer llamada Dalila. Ella era del pueblo enemigo de Jehová. Los líderes filisteos aprovecharon la ocasión y prometieron que cada uno daría a Dalila 1.100 piezas de plata, si descubría qué hacía tan fuerte a Sansón. Sin dudar, Dalila aceptó y reiteradas veces le preguntaba: “si tú me amas dime de donde viene tu fuerza”, pero  Sansón no le respondía con la verdad.
Finalmente, Dalila consiguió que Sansón le dijera el secreto de su fuerza. "Nunca me han cortado el pelo, dijo él. Desde que nací, Dios me escogió para ser un siervo especial de Él. Si me cortaran el pelo, perdería mi fuerza."
Cuando Dalila oyó esto, hizo que Sansón se durmiera en su falda, y un hombre filisteo entró y le cortó el pelo. Cuando Sansón despertó, se encontró con que había perdido la fuerza. Entonces, más filisteos entraron y lo capturaron, le sacaron los dos ojos, y lo hicieron su esclavo.
Tristemente, este varón terminó sus días aplastado junto a los filisteos, siendo esclavo y ciego. (Jueces 16)
Es fácil dejarse dirigir por los sentimientos cuando uno busca más sus propios deseos que la voluntad de Dios; esto se da cuando ignoramos o hacemos caso omiso a la Palabra y sus advertencias acerca de lo que se nos presente en el camino.
Dios tenía un propósito con Sansón y le dio algo especial: su fuerza. El Señor también te dio a ti algo especial con lo cual puedas servirle donde te encuentres. No te dejes desviar por lo pasajero, por el contrario, haz que lo eterno sea más fuerte.
Esfuérzate, ya que Dios siempre bendice la obediencia.

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