
Cierta noche, el palco de un auditorio repleto de admiradores estaba preparado para recibirlo, la orquesta entró y fue aplaudida; el director también fue ovacionado, pero cuando la figura de Paganini surgió, triunfante, el público deliró.
Antes de que el público se serenara, otro sonido perturbador derrumbó la atención de los asistentes, otra cuerda del violín de Paganini se había roto. El director paró, la orquesta paró nuevamente, pero Paganini no se detuvo; como si nada hubiese sucedido, él obvió las dificultades y tocó de nuevo, sacando sonidos de lo imposible, el director y la orquesta, impresionados, volvieron a tocar, pero el público no podía imaginar lo que estaba por suceder, todas las personas estaban atónitas, cuando una tercera cuerda del violín de Paganini se rompió.
El director se paralizó, la orquesta se detuvo, la respiración del público se contuvo, pero Paganini continuó; como si fuese un contorsionista musical, arrancó todos los sonidos de la única cuerda que sobraba de su violín destruido, ninguna sola nota musical fue olvidada... El director se anima, la orquesta se motiva, el público pasa del silencio a la enfuria, de la inercia al delirio...
Paganini alcanzó la gloria, su nombre pasó a la historia no solo como un violinista genial, también como símbolo del profesional que continúa adelante frente a lo imposible.
Hay momentos en la vida, en los que las cosas se complican, y nuestra primera intención es detenernos. Pero el espíritu nos desafía a seguir. Es un asunto de vida o muerte.
Hay momentos en la vida, en los que las cosas se complican, y nuestra primera intención es detenernos. Pero el espíritu nos desafía a seguir. Es un asunto de vida o muerte.
AMEN
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