lunes, 3 de noviembre de 2014

La respuesta que buscaba


Perdida y sola me encontré antes de tu llegada.
Mi camino era obscuro, sin luz, sin esperanza,
necesitaba la mano de alguien que me levantara.
Nadie me pudo ayudar, mis amigos no comprendieron
lo sola que me sentía, el dolor que llevaba.

Me lastimaron, me hirieron
y perdí la felicidad que pensé tener.

Entonces me alejé de la realidad, me encerré en mi dolor,
perder la razón quería, dormir y solamente soñar,
pero buscar la verdad quería en medio de mi dolor.

Por mucho tiempo busqué respuestas sin encontrar
conformidad, y sedienta estaba por la cura de mi soledad.
Pero un día llegaste a mi vida y poco a poco cerraste las heridas.
Me arrullaste en tus brazos y me hiciste dormir,
y al despertar, empecé a sonreír.

Me habías consolado en el silencio de mi vida,
hablándome al oído de tu amor por mi.
Me comprendiste y escuchaste, no me juzgaste,
y amor me diste para rescatarme.

Si no te hubiera conocido, extraviada en un laberinto estaría
sin encontrar la salida; levantaste vallados que me resguardan
y millares de guardianes a mi alrededor, que me acompañan
día y noche para proteger tu gran amor. Soy tu amor y Tú el mío,
soy tuya y estoy en ti.

Te entregaste a mí sin reservas, sin reclamos. Eres paciente y
has esperado a que un día volviera a tu lado.

Eres amigo, eres Padre, eres mi Dios, todo lo que buscaba,
eres la respuesta que yo anhelaba.
Me levantaste, me limpiaste, lavaste y vestiste para
que me preparara y esperase por ti; así como Tú esperaste por mí.

Mas mi corazón desesperado está, anhela que vuelvas pronto
para no separarnos jamás.
Padre mío, grande y misericordioso que cuidas y guardas
a tus hijos con amor, gracias te doy por tu salvación.
Vuelve pronto Señor.

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