sábado, 15 de noviembre de 2014

Hágase tu voluntad

Durante la II Guerra Mundial, un granjero de Sussex (condado del sur de Inglaterra), envió un dinero a la "Scirpus Gift Misiones", explicando que no podía contribuir más aquel año porque su cosecha no había sido buena por falta de agua. En la misma carta, pedía que los miembros de la oficina de esa entidad, que suelen reunirse todas las mañanas para orar a favor de la obra y sus sostenedores, rogaran a Dios que librara su propiedad de las bombas alemanas.
El señor Baker, secretario de la misión, le respondió prudentemente, que los empleados de la oficina orarían en su favor, pero no pidiendo que su propiedad fuera librada de las bombas alemanas, sino que se cumpliera la voluntad de Dios.
Pocas semanas después de esta correspondencia, un avión alemán bombardeó precisamente en el campo del granjero. La explosión de su cargamento de bombas fue tan fuerte que todos los cristales de la granja quedaron rotos. Los miembros de la Misión dieron gracias a Dios de que el accidente no hubiese tenido lugar exactamente, sobre la propia granja, viendo en ello una respuesta a sus oraciones.
Algún tiempo después, la misión recibió un donativo mucho mayor que ningún año antes, y una carta en la cual el granjero explicaba que las bombas alemanas habían abierto un boquete tan grande y tan profundo, que había dado salida a una corriente de agua subterránea y gracias a ella, su campo se veía libre de los efectos de cualquier sequía en el futuro.
Casi siempre tendemos a orar pidiendo que Dios supla una necesidad que tenemos, que nos sane de alguna enfermedad que nos aqueja, que provea dinero para cancelar deudas y muchas cosas más que necesitamos; pero casi nunca oramos pidiendo que se haga Su voluntad.
Quizás la premura de la situación que estamos viviendo, nos lleva a pedir cosas muy específicas y a veces, incluso con tono de orden; ¡vale!, no está mal que le demos a conocer a Dios nuestras necesidades, pero en ocasiones se nos olvida que Su voluntad es perfecta y que Él ya conoce nuestro futuro y lo que realmente mañana necesitaremos.
Jesús mismo, cuando oraba, pedía que se hiciera la voluntad del Padre y no solamente cuando enseñó a orar a sus discípulos: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:10), pues también podemos verlo cuando estaba orando en el huerto del Getsemaní, a punto de ser entregado: “Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad”. Mateo 26:42
Si Jesús oraba sometiendo su voluntad a la del Padre, ¡mucho más nosotros deberíamos hacerlo!
Dios sabe de qué tenemos necesidades y Él se encargará de suplir cada una de ellas. Aunque oremos presentándole nuestras peticiones, siempre debemos confiar en que su respuesta será la mejor para nuestras vidas, aunque no venga precisamente de la forma como esperamos.
“No se inquieten por lo que van a comer o lo que van a beber. No se preocupen por esas cosas. Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos en todo el mundo, pero su Padre ya conoce sus necesidades. Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás, y él les dará todo lo que necesiten. Lucas 12:29-31 (NTV)
Dios siempre te dará lo mejor, no necesariamente lo que le pidas sino lo que necesitas.

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