martes, 18 de noviembre de 2014

Como la oveja perdida

Son muchos los motivos que nos desvían del camino y nos alejan de nuestro objetivo. En solo un instante nos encontramos por ahí, apartados, perdidos, sin rumbo fijo, dando vueltas sin llegar a ningún lado, porque son muchas las cosas que nos pueden alejar poco a poco y de una manera tan sutil, que sin darnos cuenta ya no sabemos ni a donde vamos ni cómo fue que llegamos hasta ahí.
Sin darnos cuenta comenzamos a identificarnos con la parábola de la oveja perdida cuando, por nuestra propia desobediencia, nos alejamos del verdadero lugar donde debemos estar. Es difícil vivir en esta situación, pero en algún momento todos pasamos por ella, y lo difícil no es llegar hasta ahí, lo verdaderamente complicado es regresar. Después de tanto que ha pasado, ahora tenemos la duda de volver o quedarnos aunque lo estemos pasando mal. Y todo porque ahora, además del motivo que nos hizo alejarnos, se le suma todo lo que hemos hecho al tratar de solucionar las cosas por nosotros mismos, y algún que otro error cometido en ese lapso de tiempo.
Nos llegamos a sentir presa fácil del lobo, que nos mira y juzga por haber hecho mal las cosas, nos sentimos culpables de lo que ahora está pasando y se nos quitan las ganas de regresar al rebaño. Está ahí cerca, acechándonos y esperando el mejor momento para atacarnos, mientras seguimos alejados de la protección de nuestro buen pastor que está a lo lejos viéndonos, como si estuviera esperando que decidamos regresar. Y cada vez que pensamos en hacerlo hay algo que nos detiene, como el sentimiento de fracaso o la culpa por habernos alejado.
En la parábola de las 100 ovejas, podemos ver que la oveja perdida era un mínimo porcentaje de las 100, apenas un 1%. Sin embargo, el pastor deja el 99% de su rebaño para ir a buscar la que se le había perdido en el camino, va en busca de ella.
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? Mateo 18:12
Dejar todo su rebaño unos momentos para ir en busca de solo una oveja, habla de la importancia que le da el pastor a cada una de ellas. Aunque tiene muchas otras, no está dispuesto a perder ni una sola, y cuando va y la encuentra no le castiga por haberse ido, no la maltrata por desobediente, sino que la toma con mucha alegría y la devuelve de nuevo al rebaño
Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Mateo 18:13
Todos somos ovejas, y en algún momento, por curiosidad o por decisión propia, nos encontramos perdidos, alejados del rebaño de Dios haciendo algo que poco a poco, nos ha ido alejando de las demás ovejas.
Puede que no fuera tu intención pero hoy te encuentras lejos, y ni siquiera te explicas cómo y cuando pasó. Tal vez quieres regresar, y puede que el sentimiento de culpa por haber desobedecido no te deje volver; pues no te alejes más, no permitas que la culpa o la vergüenza acaben arrojándote a los brazos del lobo; el enemigo busca su presa induciéndole toda clase de pensamientos que la hagan sentir culpable o que no merece la oportunidad de volver.

Pero el pastor conoce los motivos y te perdona todo por amor. No te dejes engañar, Jesús el buen pastor, siempre está esperándote con los brazos abiertos, Él no te va a reprochar por haberte ido, no te va a amar menos por haberte alejado. Él permanece cerca, esperando a que te decidas volver, y estará feliz por tener de vuelta a su amada oveja.

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