miércoles, 12 de noviembre de 2014

Andar con humildad

“...QUE ANDÉIS... CON TODA HUMILDAD Y MANSEDUMBRE...” (Efesios 4:1b-2)
Piensa cuidadosamente en las siguientes palabras: caminar con Dios. ¿En la compañía de quién estás? ¡En la del Señor! ¿Se te ocurre una mayor vocación? No obstante, cuanto más grande es tu llamado, más pequeño debes convertirte según tus propios ojos. Pablo tenía uno de los llamados más importantes que el mundo haya conocido jamás. ¿Puedes imaginarte el mundo sin sus epístolas?Sabríamos mucho menos sobre cómo deberían funcionar las congregaciones o de cómo practicar nuestra fe diariamente. Y, sin embargo, él dijo de sí mismo:...Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1:15b). Si crees que Dios te ha llamado a algo importante, tu reacción a ese llamado debe ser que te rindas a sus pies, como respondieron algunos grandes hombres de Dios en las Escrituras.
El profeta Ezequiel dijo que en la presencia del Señor y ante la visión que Él le dio, se desplomó en el suelo; Dios tuvo que decirle que se levantara, afirmándole: “Hijo de hombre, ponte sobre tus pies y hablaré contigo” (Ezequiel 2:1). Cuando Juan el “revelador” vio a Jesús de pie, en medio de las siete iglesias, escribió: “...caí a sus pies como muerto” (Apocalipsis 1:17). Los que se enaltecen, son humillados por el Señor, y los que se humillan ante el Señor, son a los que Él enaltece. 
La humildad no significa pensar menos de ti mismo, sino pensar menos en ti mismo.

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