Cuando tenía 12 años su padre le dijo: “Teodoro, tú tienes la mente, pero no tienes el cuerpo, y sin la ayuda del cuerpo la mente no puede avanzar tan lejos como debiera . . . Tienes que hacerte tu propio cuerpo . . . Es un trabajo muy difícil para uno, hacerse su propio cuerpo... pero sé que lo vas a lograr”.
Teddy, como sus compatriotas lo llamaban afectuosamente, le relató a un amigo el impacto que esas palabras de su padre, habían tenido en su vida. Por los comentarios de su padre, se vio a sí mismo como un ser humano débil, así que tenía que fortalecerse. De inmediato empezó un programa de acondicionamiento físico: hacía ejercicios con pesas y sacos de arena. Teddy se constituyó en una persona dedicada a mejorar su salud. Su determinación dio resultados y desarrolló un cuerpo fuerte y ya sin asma.
Más adelante, Teddy Roosevelt tendría que afrontar un golpe aún más duro: perdió a su madre y a su joven esposa el mismo día. Su esposa había dado a luz a una hija solo dos días antes. Él no podía explicarse el por qué de semejante tragedia. Dijo que las únicas respuestas que encontró fueron “la voluntad de Dios” y “un destino extraño y terrible”. Aunque algunos de sus biógrafos afirman
que nunca se recuperó completamente de esa tragedia, afrontó el desafío y triunfó sobre la depresión que le envolvía.
Aunque la muerte de su esposa a los 22 años de edad fue algo devastador, se sobrepuso y logró la grandeza nacional. Algunos han comentado que si no hubiera sufrido lo que sufrió, tal vez nunca hubiera llegado a ser el presidente de los Estados Unidos. Teodoro Roosevelt, como muchos otros, respondió a las pruebas y al sufrimiento haciendo más de lo que hubiera hecho si no le hubieran sucedido semejantes tragedias.
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