domingo, 12 de octubre de 2014

¿Cuándo Dios… cuándo?

Supongo que no soy la única persona que ha tratado de apresurar a Dios para recibir determinadas cosas. Puede tratarse de un hipotético ascenso laboral, un negocio, un cónyuge, un hijo, una respuesta judicial, unos exámenes médicos..., en fin, la lista es extensa e interminable, y la respuesta siempre es la misma. Dios, que escuchó lo que pediste la primera vez que te acercaste a Él con tu necesidad, tiene la solución. 
La mayoría de nosotros no dudamos de que Dios, quien es Todopoderoso, tenga la respuesta y el poder de obrar a nuestro favor (si quisiera). Lo que realmente ponemos en tela de juicio es que lo haga en verdad, por nosotros. Sentirnos inmerecedores, ver las circunstancias que nos rodean, o comparar a Dios con personas que nos han fallado anteriormente, son algunos factores que contribuyen a que no descansemos en Su perfecto tiempo. Sin embargo, Él no es un ser que mienta, de hecho, uno de sus grandes atributos es la fidelidad. Según la Real Academia Española una acepción de fidelidad es "puntualidad, exactitud" en la ejecución de algo. Si Dios prometió algo, será en Su tiempo exacto la ejecución.
Otro factor que impide que esperemos tranquilos el cumplimiento de las promesas de Dios, es la inclinación humana de tener el control de lo que nos rodea. Nos sentimos seguros cuando sabemos a dónde vamos, quién nos espera y para qué. Al desconocer el futuro perdemos la noción del control. El tema es que Dios no siempre te deletrea el plan de futuro, lo que sí hace es prometerte que será bueno, agradable, perfecto y que estará a tu lado en todo momento. Tu promesa futura está asegurada.
Es posible que estés pensando, "Sí ¿pero cuando?" La respuesta es sencilla: ¡no importa! Vamos a ver, todos los días al levantarte, vas a tu trabajo y confías que a fin de mes, o a la semana te entregarán el pago de tu esfuerzo. O cuando llegas a casa a comer, rara vez te sientas con la duda de que la silla no aguantará tu peso y terminarás en el suelo. O subes a tu vehículo y no dudas que al frenar, responderá, comes en un restaurante y confías que la comida que te sirven no está envenenada.... ¿Por qué? porque tenemos fe. Una fe sencilla de que las cosas funcionan como deben. Imagina ahora cómo debemos sentirnos cuando Aquel que promete es el hacedor del universo, el dador de la vida. Esperar no debería ser un problema cuando fue Dios quien prometió.
En la Biblia, un joven llamado Daniel oró, y su petición fue recibida en ese mismo momento, sin embargo, la respuesta demoró. Aún así llegó, su oración fue contestada honrando el carácter de Dios a quien había acudido. La historia de Daniel no es la única; a Zacarías, un “viejo” con una esposa “de edad avanzada”, le anunció un ángel lo siguiente “No temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabeth te dará a luz un hijo, y  llamarás su nombre Juan”. Este anuncio le llegó a Zacarías en un momento donde prácticamente, él mismo dudaba de que fuese posible su cumplimiento. Sin embargo, tal como explica el ángel, su “oración fue oída”; ¿te has puesto a pensar cuándo hizo Zacarías la oración?,... tal vez en su luna de miel, o quizás en los primeros años de matrimonio, o en el peor de los casos antes de que le llegara la menopausia a su esposa. ¿Y cuándo le llego la respuesta? ….cuando menos lo esperaba. En el tiempo de Dios. La oración fue escuchada desde que la hizo, pero Dios tenia un plan muy grande para su hijo Juan. Este tendría que abrirle camino a Jesús, ¡el Salvador del mundo! Tenían que ser contemporáneos, y a pesar de que Elizabeth era de “edad avanzada”, María, la madre de Jesús, aún era una jovencita.  Zacarías tenia que esperar los tiempos de Dios para que todo estuviese en su perfecto lugar. Su oración fue escuchada y contestada en el tiempo perfecto para cumplir el propósito que tenia su hijo Juan el Bautista, contemporáneo con Jesús. 

Tú y yo hemos confiado en Dios, le hemos presentado peticiones que hasta ahora no han sido contestadas, pero tenemos la certeza de que si esas oraciones fueron escuchadas también serán contestadas. ¿Cuándo? En realidad, no es importante porque Dios nunca llega tarde, su tiempo es perfecto. “No faltó palabra de todas las buenas promesas que el Señor había hecho a la casa de Israel; TODO SE CUMPLIÓ” (Josué 21:45). Todo se cumplirá también en tu vida. ¿Cómo no confiar en Dios?; espera en paz lo que has pedido, porque tu Padre ya lo tiene y a su debido tiempo lo enviará.

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