domingo, 21 de septiembre de 2014

Trabaje y Viva - Crecimiento personal-espiritual

Papá era un hombre trabajador, que distribuía pan como forma de sostener a su esposa y sus tres hijos. Empleaba sus días, después del trabajo, asistiendo a clases, esperando mejorar y así hallar un mejor empleo algún día. Excepto los domingos, Papá casi no comía con su familia. Trabajaba y estudiaba muy duro porque quería proveerle a su familia lo mejor que el dinero pudiese comprar.
Cuando la familia se quejaba de que no invertía suficiente tiempo con ellos, él razonaba que estaba haciendo todo eso por ellos. Sin embargo, a menudo añoraba pasar más tiempo con su familia.
Llegó el día en que se anunciaron los resultados de los exámenes. Para su satisfacción, Papá aprobó ¡y de manera sobresaliente!  Pronto, después de eso, se le ofreció un buen empleo como supervisor en que le pagaban muy bien.
Como un sueño hecho realidad, Papá ahora podía darse el lujo de darle a su familia algunos "lujitos"... como buena ropa, buena comida y vacaciones fuera del país.
Sin embargo, la familia siguió sin poder ver al padre la mayor parte de la semana. Trabajaba muy duro esperando ser ascendido a la posición de gerente; de hecho, para aumentar sus méritos como candidato a la promoción, se matriculó en otro curso en la universidad a distancia.
Una vez más, cuando la familia se quejaba que no pasaba suficiente tiempo con ellos, razonaba que lo hacía todo por ellos. Pero él seguía añorando pasar más tiempo con su familia.
El trabajo rudo de Papá rindió fruto y fue ascendido. Jubiloso, decidió emplear a una criada para que ayudase a su esposa con las labores domésticas. También sintió que su casa de tres habitaciones no era lo suficientemente grande, por lo que sería bueno para su familia, poder disfrutar de las facilidades y comodidad de una nueva propiedad mayor. Habiendo experimentado las recompensas de su duro trabajo anteriormente, Papá decidió continuar sus estudios y trabajar para ser ascendido nuevamente, y la familia siguió sin poder saber mucho de él. De hecho, a veces Papá tenía que trabajar los domingos para atender clientes. De nuevo, cada vez que la familia se quejaba de que no pasaba suficiente tiempo con ellos, él razonaba que lo hacía todo por ellos. Pero él seguía añorando estar más tiempo con su familia.
Como se esperaba, el trabajo duro de Papá volvió a recompensarse con dividendos, y se compró un hermosa propiedad que miraba a la costa de Singapur. La primera noche de domingo en su nuevo hogar, Papá declaró a su familia que había decidido no tomar más cursos y buscar nuevas promociones y que, a partir de ese momento, iba a dedicarle más tiempo a la familia. Pero,...
Papá no despertó la mañana siguiente.
La historia encuentra eco en millones de vidas alrededor del mundo, en especial en los países occidentales. Parece que nos hubiésemos dejado engañar por los “cantos de sirena” que nos prometen felicidad, en la medida en que avanzamos en la carrera o hacemos crecer el negocio. Aunque no es, de ninguna manera, algo malo, dejar de lado las cosas realmente importantes de la vida por lograrlo habrá de resultar, tarde o temprano, en vidas vacías… no sólo las nuestras sino las de aquellos que nos rodean y nos toman como su modelo. Todos tenemos fecha de partida de este mundo aunque no la conocemos; ¡hagamos el mejor uso de nuestro tiempo a este lado del cielo! Y si nos falta sabiduría al respecto, pidámosela a Dios… ¡quien sabe darla en abundancia y sin reproche!

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