sábado, 6 de septiembre de 2014

¿Qué dice la Biblia acerca de los juicios/demandas?

1 Corintios 6:1-8 instruye a los creyentes a no ir a la corte unos contra otros. Demostrar que los cristianos son incapaces de perdonarse unos a otros y reconciliarse a pesar de sus diferencias, es demostrar una derrota espiritual. ¿Por qué querría alguien hacerse cristiano, si los cristianos tienen los mismos problemas y son igualmente, incapaces de resolverlos entre ellos? Sin embargo, hay algunas circunstancias a tener en cuenta, que pueden hacer que una demanda podría ser la opción apropiada. Si se ha seguido el patrón bíblico para la reconciliación "Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. (Mateo 18:15-17)" y la parte ofensora aún permanece en su error, en algunas ocasiones demandar puede ser la acción más apropiada. Esto solo puede hacerse después de orar mucho por sabiduría (Santiago 1:5) y de consultar con una guía espiritual.

1 Corintios 6:4 dice “Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia?” Todo el contexto de 1 Corintios 6:1-6 trata sobre las disputas en la iglesia, pero Pablo se refiere al sistema de justicia cuando habla de los juicios concernientes a cosas que pertenecen a esta vida. Pablo explica que, para las cuestiones referentes a esta vida y que están fuera de la iglesia, existen los sistemas jurídicos. Después nos dice que los problemas de la iglesia no deben ser llevados a las cortes, sino que deben ser juzgados dentro de la iglesia.

Hechos capítulo 21 comenzando con el verso 26, nos narra cómo Pablo fue arrestado y acusado equivocadamente de algo que no hizo. Entonces los romanos lo aprehendieron, y en el capítulo 22, comenzando con el verso 24, leemos, “Mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él. Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente; ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado?” Pablo usó la ley romana y su ciudadanía para protegerse a sí mismo. No hay nada de malo en
 usar el sistema jurídico, en tanto se haga con un motivo justo y un corazón puro.
1 Corintios 6:7 declara, “Así que, por cierto, es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?” La cuestión por la que Pablo se preocupa más aquí, es por el testimonio del creyente. Sería mucho mejor para nosotros, dejar que se aprovechen o incluso que abusen de nosotros, que el empujar a una persona aún más lejos de Cristo, al llevarlo ante la justicia. ¿Qué es más importante, una batalla legal, o una batalla por el alma eterna de una persona?
En resumen, ¿pueden los cristianos llevarse unos a otros a la corte por asuntos de la iglesia? ¡Definita
mente no! ¿Pueden los cristianos llevar a otros cristianos a la corte por asuntos civiles? Si puede evitarse de alguna manera, no. ¿Pueden los cristianos llevar a la corte a los no creyentes, sobre asuntos civiles? Nuevamente, si puede ser evitado, no. Sin embargo, en algunas instancias, tales como la protección de nuestros propios derechos (como en el ejemplo del apóstol Pablo), puede ser apropiado procurarse una defensa legal.

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