sábado, 6 de septiembre de 2014

Cambios en todo, a partir de la oración

“Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, él le oyó”(Salmos 22:24).
La idea de recorrer la autopista en una vieja motocicleta, no solo asaltó a los dos abuelos sino que tentados por la brillantez del aparato, que a primera vista lucía en buenas condiciones, decidieron emprender el recorrido a toda velocidad hacia un paraje apartado.
felicidadLa brisa golpeaba sus rostros generando una sensación de placidez. Conforme aumentaban el kilometraje, el color verde de los arbustos se mezclaba con el ocre de las montañas y el asfalto que se perdía en el horizonte, como si marcharan hacia el infinito.
Eran instantes de indescriptible emoción. Sin embargo, una piedra en el camino causó que salieran de su carril y cayeran aparatosa y ruidosamente, sobre el suelo pedregoso del arcén. El golpe les dejó sin sentido. Minutos después, cuando recobró la conciencia, la mujer comenzó a musitar una oración pidiendo la ayuda de Dios.
El lugar, además de distante, era poco frecuentado por vehículos. Aún así, un cabo de la patrulla de la policía dirigió el vehículo hacia aquella carretera. No entendía bien la razón pero lo hizo. A lo lejos, encontró a la pareja de ancianos tendidos en la orilla. Tenían heridas de cierta consideración. Los auxilió y pidió una ambulancia. Tardaría dos horas en llegar, lo que para el abuelo, todavía inconsciente, sería fatal. El agente musitó una oración al Señor: “Jesucristo, respóndeme, sólo Tú puedes ayudarlos”.
“Fue pura coincidencia”, aseguró el conductor de una ambulancia que minutos antes, había recibido una llamada que resultó ser una falsa alarma, y cuando pasaba a pocos kilómetros del accidente, captó el mensaje que transmitía el guarda, pidiendo un vehículo para transportar a los heridos. En poco tiempo estuvo en el lugar.
El oficial de policía que estuvo al frente del caso, atribuyó a un hecho milagroso el que la ambulancia se desviara de su ruta para atender la emergencia, y para los médicos fue una “coincidencia”. Pero...
No hay duda que Dios intervino en todo el asunto, explicó el oficial.
Sin duda, usted se pregunta: ¿Cómo asegurarnos respuesta a nuestras oraciones? El interrogante tiene respuesta en estos puntos:
Cuando nuestra confianza está depositada en el Señor, nos escucha y responde con poder. Es un principio infalible. Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. En ese orden de ideas, si clamamos en procura de Su ayuda, conforme a Su voluntad, nos responde con poder.
La Biblia dice que nuestro amado Señor merece toda la alabanza “Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, él le oyó”(Salmos 22:24). Podemos tener la firme convicción de que nuestras oraciones serán atendidas. Nuestro amado Padre está acompañándonos en todo instante, incluso cuando nos sentimos solos, y nos ayuda a superar las crisis…
Recuerde que la gran diferencia entre quienes reciben de Dios, y los que no, lo determina la oración. Pasar tiempo delante del Señor. Saber que Él se manifiesta entre quienes claman.

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