Gálatas 5.1 (NTV) nos dice: “Cristo en verdad nos ha liberado”. La razón por la que podemos conocer la auténtica libertad, es que el Señor “nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de aquel que nos llamó” (2 Pedro 1.3).
La gente dice con frecuencia: “Me gustaría ser cristiano, pero no me atrevo porque no sé si podría vivir a la altura de todo lo que se requiere”. Por supuesto que no podrían. Y esa es precisamente, la razón por la que se nos ha dado la espléndida seguridad en esta condición. Dios dice que se nos ha concedido todo lo que necesitaremos para tener una vida espiritual triunfante.
Es decir, la estupenda provisión del Señor comienza sólo después de que ponemos nuestra fe en Cristo para ser salvos. Tenemos que dar este salto de fe antes de que su poder divino se desate en nuestra vida. Una vez que lo hayamos hecho, todo lo demás llegará a nuestra vida, incluyendo valentía, perdón, visión, sabiduría, y más fe en Dios.
Esta promesa es difícil de comprender, ya que parece demasiado buena para ser cierta. Muchas personas apenas la leen, y no la aceptan. Otras la miran con recelo y se preguntan qué tiene que pasar para que se convierta en una realidad en sus vidas. Al igual que con todas las promesas de Dios, usted debe aceptarla antes de ponerla en práctica. Y aunque aceptar una promesa es una cosa, ponerla en práctica en la vida diaria puede ser algo muy distinto. Solo cuando nos negamos a estar complacidos con el mundo (Jeremías 2.13), encontraremos la plenitud de esta promesa surtiendo efecto en nosotros.
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