viernes, 5 de septiembre de 2014

Jesús, nuestro héroe ideal

Jesús es alguien con quien puedes ser completamente real. Puedes pasar el rato con Él y ser tú mismo, sin ninguna pretensión ni actuación. Jesús es siempre amoroso contigo y puedes hablar con Él sobre cualquier tema. A Él le gusta conversar contigo acerca de tus sueños, aspiraciones y esperanzas. Él quiere sanarte de las cosas de tu pasado, con las que pudieras estar luchando. También está interesado en tus retos actuales. Quiere llorar contigo cuando estás abatido y regocijarse en todas tus victorias. 
Jesús es el amor y la ternura personificados. Pero ten cuidado de no confundir su ternura con las imágenes afeminadas y débiles, que has visto representadas en algunos cuadros tradicionales de Jesús. Él es ternura y fuerza al mismo tiempo. Él es mansedumbre y majestad, virilidad y deidad, terciopelo y acero. Como sabrás, a veces, cuando tratamos de ser firmes y fuertes, enterramos los sentimientos de las personas y terminamos hiriéndolas con nuestras palabras. Y cuando tratamos de ser tiernos, tenemos una sobredosis de bondad y nos reducimos a felpudos, hasta terminar siendo aprovechados por otros.
Desviemos la mirada a nosotros mismos y miremos a Jesús. Él supo forzar, hablándoles severamente, a un grupo de fariseos intrigantes a dar marcha atrás en una ocasión, desafiándolos y diciendo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7). Un momento después, ese mismo Jesús pudo mirar directamente a los ojos a una quebrantada mujer sorprendida en adulterio, y con compasión, resonando profundamente en su voz, preguntarle: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ni yo te condeno; vete y no peques más” (Juan 8:10-11). ¡Ese es nuestro Dios!
En un momento, un Jesús cansado podía estar profundamente dormido en la barca de un pescador barrida por el viento, totalmente ajeno a las turbulentas aguas de Galilea estrellándose contra la desventurada embarcación; y al momento siguiente, puedes verlo mirando sin pestañear, a las olas que azotaban sus brazos de carpintero bien formados elevados al cielo. Con su sola declaración de autoridad absoluta sobre el cielo y la tierra, las olas se sometieron y se calmaron instantáneamente en un espejo de plácida quietud (Marcos 4:37-39).
Jesús es cien por cien Hombre y al mismo tiempo, es completamente Dios. Como Hombre, entiende y se identifica con todo lo que has pasado, estás pasando y pasarás en esta vida. Y como Dios de amor, todo su poder, autoridad y recursos están a tu favor. Hermano, cualquier cosa que estés afrontando hoy, deja que tu corazón descanse en Su amor perfecto por ti.
Padre, ayúdame a mantener los ojos en Jesús, que es totalmente amoroso. Te convertiste en hombre por mí, Señor Jesús, para poder entender hoy todo lo que estoy pasando y cada emoción que siento. Gracias, Jesús, por no condenarme y por amarme siempre, y por darme la confianza de que tengo la presencia del todo amoroso y todopoderoso Dios-Hombre, para ayudarme y prosperarme en cada área de mi vida.
Jesús entiende y se identifica con todo lo que he pasado, estoy pasando y pasaré en esta vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario