La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27.
La vida del Salvador en esta tierra, pese a haber sido vivida en medio de conflictos, fue una vida de paz… Ninguna tormenta de la ira satánica pudo alterar la calma de aquella perfecta comunión con Dios. Y nos dice: “Mi paz os doy”.
Aquellos que aceptan la palabra de Cristo, que confían sus almas a su cuidado y sus vidas a su ordenación, encontrarán paz y quietud. Nada en el mundo podrá ponerlos tristes al darles Jesús gozo con su presencia. En su conformidad hay perfecto descanso. El Señor dice: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”. Isaías 26:3.
Es el amor al "yo" el que destruye la paz. Mientras el "yo" está vivo, permanecemos listos para preservarlo de mortificación e insulto. Pero cuando el "yo" está muerto y nuestra vida oculta con Cristo en Dios, no nos dejaremos afectar por descuidos o menosprecios…
Cuando recibimos a Cristo en nuestra alma como un huésped permanente, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y mentes. No hay otro fundamento de paz sino éste. La gracia de Cristo, recibida dentro del corazón, domina a la enemistad, apacigua la contienda y llena el alma con amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario