miércoles, 3 de septiembre de 2014

Autoridad y obediencia

Una esposa se acercó a mí para hacerme una pregunta: “Pastor, ¿es cierto que yo estoy en la obligación de obedecer en todo a mi esposo, aunque sepa que me está pidiendo algo que va contra mi honor y mis principios? Él siempre dice que es la autoridad y que yo debo ser sumisa en todo a él.
Y pensé: ¿Hasta dónde van tomadas de la mano la autoridad y la obediencia?
El propósito de Dios siempre ha sido que el hombre ejerza autoridad, como puede ser observado en el mandato que dio a la humanidad acerca de gobernar el mundo, en Génesis 1:28. Como toda autoridad auténtica que es delegada, ésta solo puede ser usada por aquellos que tienen una relación de obediencia y dependiente de la fuente del Poder.
La Biblia nos da un ejemplo de lo que es la autoridad auténtica, la ejercida bajo la perspectiva de Dios, cuando describe a un militar pidiendo un milagro de Jesús para uno de sus siervos.
“Después que terminó todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaúm.
Y el siervo de un centurión, a quien este quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.
Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniera y sanara a su siervo.
Ellos se acercaron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto, porque ama a nuestra nación y nos edificó una sinagoga.
Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo, por lo que ni aun me tuve por digno de ir a ti; pero di la palabra y mi siervo será sanado, pues también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a este: “Ve”, y va; y al otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.
Lucas 7:1-8.
La verdadera autoridad es de origen espiritual. Procede del espíritu de aquel que ejerce la autoridad e impacta sobre las personas sobre quien ejerce la misma.
Alguien dijo: 
“Únicamente la obediencia tiene derecho al mando”.
Cuando los que deben ejercer autoridad no están viviendo en obediencia a su más alta autoridad, ¿qué ocurre? En este caso sucede que no tienen autoridad, sino poder según su propia voluntad, ejercen presión emocional o argumentos propios de fuerza. Todo esto ya no viene del espíritu sino del alma, y por ello sólo afectan al alma de sus seguidores. Por su causa, los seguidores pueden responder con resentimientos o amargura, y se abrirán al conflicto con ellos.
Pero si los hombres han de servir a Dios, la sujeción a la autoridad debe ser absoluta.
La obediencia transciende a todo lo que hacemos. Por ello, David detuvo su mano de tocar al “ungido de Jehová”. Ser lleno de Cristo es ser lleno de obediencia.
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Más aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Filipenses 2:5-11
La obediencia se aprende por medio del sufrimiento. Hebreos 5:8.
“Obedecer es nuestro deber, es nuestro destino, y aquel que no quiera someterse a la obediencia será necesariamente despedazado”.
¿Te han impresionado alguna vez, ministros o líderes con dones especiales? Quizá te hayas impresionado con alguien que canta como un ángel o predica con mucha elocuencia, y has dicho: “Impresionante, qué ministerio". Pero la Autoridad Espiritual no es un asunto exclusivo de dones, sino de dones acompañados de una vida con un carácter sólido, lo cual viene de una vida vivida en obediencia al Señor.
Cuando tú tienes un don de Dios y una vida con carácter, Dios está dispuesto a derramar su Autoridad sobre tu vida. Obediencia y Autoridad Espiritual están íntimamente ligadas y jamás pueden ser separadas.
La sumisión es absoluta, pero la obediencia es relativa. La sumisión es un asunto de actitud, mientras que la obediencia es un asunto de conducta.
Pedro y Juan respondieron al concilio judío: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” Hechos 4:19.
Su actitud no era rebelde, puesto que todavía se sometían a los que estaban en autoridad.  La obediencia, sin embargo, puede no ser absoluta. A algunas autoridades es preciso obedecer, mientras que a otras no, especialmente cuando están en juego principios cristianos.
Ejemplos Bíblicos de esto:
1.- Las parteras que desobedecieron las órdenes de Faraón.
2.- Los tres amigos de Daniel que se negaron a adorar la estatua.
3.- Daniel, desobedeciendo el decreto real de no orar.
4.- Pedro, predicando el evangelio a pesar de la orden del consejo gobernante.
La Autoridad ejercida en el plano espiritual o moral, es diferente a cualquier otra autoridad. La autoridad espiritual está íntimamente ligada al carácter. La autoridad espiritual está profundamente comprometida con la integridad moral. Por lo tanto, es necesario que la gente decida en base a su conciencia"...
Se hace necesario también, casi imprescindible, tener en cuenta la individualidad y diferencia de la gente. La manera de Dios de gobernar no es uniforme, sino única en la diversidad con quien se trate.
Y respecto a la vida espiritual privada, ninguna autoridad personal espiritual debe violar los enfoques o ejemplos bíblicos".
“Obedeced más a los que enseñan que a los que mandan. San Agustín (354-439) Obispo y filósofo.
..."Los líderes del cristianismo que están ejerciendo Autoridad Espiritual, deben evitar sobremanera, la coerción o manipulación hacia el pueblo que pueda ser ejercida por la fuerza de su personalidad, su carisma o su reputación. Y el pueblo por su parte, debe evitar a toda costa, asumir responsabilidad moral si permiten que sus líderes hagan las decisiones éticas por ellos".
"Tú eres un hombre de Dios, por lo tanto dime lo que tengo que hacer y yo lo haré. Tú eres una mujer de Dios que conoce a Dios, y yo confió en tu discernimiento, por favor dime lo que es correcto, y lo haré". Estas expresiones y actitudes deben ser rechazadas si se ejercen literalmente de esta forma. Usted no puede, como líder, ser la conciencia de otra persona y tampoco puede ocupar el lugar de Dios ante ellos.

MAL USO DE LA AUTORIDAD ESPIRITUAL.
Cuando los líderes declaran categóricamente, que ellos tienen la verdad en asuntos morales o espirituales y no permiten cuestionamientos, ni discusión sana, ni el ser refutados, están usando mal la autoridad espiritual.
Cuando ellos clasifican los puntos de vista contrarios o interpretaciones diferentes como una rebelión contra la autoridad ungida, están abusando de su autoridad espiritual y esto evidentemente, conduce al legalismo y hasta llega a rayar en los límites del sectarismo. El legalismo, a la larga, produce insensibilidad moral. Jesús la ilustró cuando los fariseos llevaron a la mujer adúltera, para que el Señor diera la orden de apedrearla.
La autoridad espiritual de una persona se basa en su ministerio, y su ministerio se basa a su vez, en su resurrección, pero no hay resurrección si antes no hay muerte. Los que usan mal su autoridad es porque jamás han muerto. La autoridad que viene del ministerio, nunca se impone sobre el pueblo.

ENTENDIENDO LA AUTORIDAD DELEGADA.
Hay cuatro requisitos para desempeñar el papel de autoridad delegada bajo la perspectiva correcta.
La autoridad delegada debe entender que toda autoridad viene de Dios. Romanos 13:1.
La autoridad delegada debe negarse a sí misma. Lucas  9:23.
La autoridad delegada debe mantenerse en comunión constante con el Señor. Juan 5:19,30.
La autoridad delegada debe estar bajo la autoridad divina.


Y las señas identificativas de una persona que entiende y vive bajo la Autoridad Espiritual:
§                  Una persona que haya conocido la autoridad, procurará desde luego, hallar la autoridad dondequiera que vaya. Ella sabe que el lugar donde se aprende verdadera obediencia es en la Iglesia.
§                  Una persona que haya tenido un encuentro con la autoridad de Dios es mansa y tierna. Ha sido ablandada y no puede ser dura ni legalista, es apacible.
§                  Una persona que de veras ha tenido un encuentro con la autoridad, jamás quiere vivir autoritariamente. No tiene la preocupación ni el interés de llegar a ser una autoridad. No se complace en dar consejos, y mucho menos en dominar a otros. Solo los que no conocen la autoridad son los que desean ser autoritarios.
§                  Una persona que ha tenido contacto con la autoridad mantiene la boca cerrada. Está en sujeción, y no se atreve a hablar descuidadamente porque en su habla hay un sentido correcto de la autoridad.
§                  Una persona que ha estado en contacto con la autoridad es sensible a todo acto de anarquía y rebelión que le rodee. Ve cómo la anarquía ha llenado el mundo, hasta la iglesia.
La iglesia se mantiene por dos elementos esenciales: La vida y la autoridad bien ejercida.
"La vida que hemos recibido y mora en nosotros, es una vida de sumisión, la cual nos capacita para obedecer a la autoridad. Las dificultades que hay dentro de la iglesia, raras veces tienen que ver con la desobediencia manifiesta; en su mayor parte se relacionan con la falta de sumisión interior. Pero el principio rector de nuestra vida debe ser la sumisión, así como el de las aves es volar y el de los peces, nadar”. 
Que Dios nos ayude a entender y caminar por el sendero de la genuina, pura y santa autoridad que viene de Él, y se expresa en una vida de obediencia y de carácter, jamás en imposición.


 

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