Frederick William I, rey de Prusia, no se dio a conocer precisamente, por una predisposición agradable. Su pasión era su ejército y pasó mucho tiempo de su vida tratando de establecerlo correctamente.
No le interesaba nada ni nadie más que su ejército, incluyendo a su familia. Con frecuencia fue cruel con su hijo, quien más tarde le sucedió en el trono como Frederick II, el Grande.
Ya anciano, con frecuencia, Frederick William caminaba solo por las calles de Berlín. Sus súbditos huían de él.
Se cuenta que, en uno de esos paseos, un ciudadano lo vio venir e intentó escapar del monarca a través de un portal.
-Tú, le gritó el rey, ¿a dónde crees que vas?
—A mi casa, Su Majestad, contestó nervioso el hombre.
-¿Es esa tu casa?, le preguntó Frederick.
—No, Su Majestad.
-Entonces, ¿por qué estás tratando de entrar ahí?
—Bueno, Su Majestad, admitió el hombre, preocupado de que lo tildaran de ladrón, es que no quería encontrarme con usted.
-¿Por qué?, preguntó el rey.
—Porque le tengo miedo, Su Majestad.
Frederick alzó el bastón que usaba para caminar y apuntando al hombre, le dijo: Se supone que no tienes que temerme, pedazo de infeliz. Se supone que tienes que amarme.
Rara vez las personas siguen a alguien con quien no se lleven bien. No puedes obligar a nadie amar. El amor se gana, no se impone. ¿Estás regando las semillas de amor a tu familia, compañeros o vecinos?
Semilla que se riega, tarde o temprano florece.
Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán? 2 Samuel 9:1.
Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo: Tratad benignamente por amor de mí al joven Absalón. Y todo el pueblo oyó cuando dio el rey orden acerca de Absalón a todos los capitanes. 2 Samuel 18:5
No le interesaba nada ni nadie más que su ejército, incluyendo a su familia. Con frecuencia fue cruel con su hijo, quien más tarde le sucedió en el trono como Frederick II, el Grande.
Ya anciano, con frecuencia, Frederick William caminaba solo por las calles de Berlín. Sus súbditos huían de él.
Se cuenta que, en uno de esos paseos, un ciudadano lo vio venir e intentó escapar del monarca a través de un portal.
-Tú, le gritó el rey, ¿a dónde crees que vas?
—A mi casa, Su Majestad, contestó nervioso el hombre.
-¿Es esa tu casa?, le preguntó Frederick.
—No, Su Majestad.
-Entonces, ¿por qué estás tratando de entrar ahí?
—Bueno, Su Majestad, admitió el hombre, preocupado de que lo tildaran de ladrón, es que no quería encontrarme con usted.
-¿Por qué?, preguntó el rey.
—Porque le tengo miedo, Su Majestad.
Frederick alzó el bastón que usaba para caminar y apuntando al hombre, le dijo: Se supone que no tienes que temerme, pedazo de infeliz. Se supone que tienes que amarme.
Rara vez las personas siguen a alguien con quien no se lleven bien. No puedes obligar a nadie amar. El amor se gana, no se impone. ¿Estás regando las semillas de amor a tu familia, compañeros o vecinos?
Semilla que se riega, tarde o temprano florece.
Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán? 2 Samuel 9:1.
Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo: Tratad benignamente por amor de mí al joven Absalón. Y todo el pueblo oyó cuando dio el rey orden acerca de Absalón a todos los capitanes. 2 Samuel 18:5
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