Sus hermanos lo vendieron como esclavo por envidia. Poco después, fue revendido como vulgar mercancía, posteriormente, se encontraba en la cárcel acusado de forma injusta. Historia muy conocida la vida de José, el hijo de Jacob. Nadie creería que él era un heredero de la promesa al verlo pasar por todas esas vicisitudes, pero así de misteriosos son los caminos del Señor.
José era un hijo amado, estaba destinado a la grandeza, y así fue. Lo que nunca imaginó fue probar el amargo sabor de tales experiencias para alcanzar finalmente, ese final grandioso.
A ti, que has tenido que vivir una vida llena de sinsabores, humillaciones, injusticias, rechazos y desencantos, sí, este mensaje es para ti. Tienes que saber que eres hijo amado y que estás destinado a la grandeza. Debes saber que todo lo que has estado experimentando, no son más que los medios que Dios usa para capacitarte y desarrollar en ti un mejor carácter.
Mantengamos vivas las esperanzas sin importar como se vea el presente que vivimos; si descansamos en el plan de Dios, seguro que al final tendremos un resultado muy satisfactorio, porque como el Señor nos afirma en Isaías 55;8: “…mis ideas no son como las vuestras, ni es como la vuestra mi manera de actuar.” Y Él sabe cuál es la forma adecuada y el momento propicio.
Imitemos la actitud de José donde estemos, honremos a Dios haciendo lo mejor que podamos. Agradeciéndole por todo lo que vivimos, pues no conocemos el beneficio que todo aquello nos proporcionará en un futuro. Mantengamos la calma, porque Dios sabe cuál es la hora y el momento para que ocurra lo que estamos esperando. El tiempo de Dios es perfecto para mi vida.
Amado Padre Celestial, Tú eres bueno y sabio en gran manera. Recibo la paz que me da el saber que estás a cargo de mi vida y en control de todas mis circunstancias. Yo sé que en el tiempo perfecto Tú me llevarás a mi destino profético, por Cristo Jesús, amén.
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