Un estudio de las cosas por las que la gente se preocupa más, reveló que el 40% de las personas se preocupan por cosas que nunca suceden. Otro 30% se preocupa por cosas que no se pueden cambiar aunque se preocupen por ellas. El 12% de las preocupaciones están injustificadas sobre problemas de salud. Otro 10% de todas las preocupaciones son sobre cosas insignificantes, cosas como: ¿Apagué las luces? ¿Le di de comer al perro?
Si estás haciendo el cálculo matemático, el 92% de las cosas por las que nos preocupamos, no vale la pena pagar por ellas el esfuerzo emocional. Entonces, ¿por qué preocuparse?
De manera que, la próxima vez que la preocupación toque a tu puerta, sería bueno que recordaras que a Dios nada le pilla de sorpresa, y que siempre puedes apoyarte en Él a través de la oración.
Pon todas tus cargas y preocupaciones en Él. Dios tiene cuidado de nosotros. Como puedes ver, Dios no está esperando que te des cuenta de tus fallos para castigarte. Su profundo deseo es conectarse contigo y acompañarte a través de los altibajos de la vida. De hecho, la Biblia compara a Dios con una roca. En la antigüedad las personas se referían a Dios como la roca de salvación, serenidad, fortaleza, y estabilidad.
No hace mucho, un barco se hundió en la costa durante una tormenta. Un niño que iba a bordo, fue arrollado por las olas y empujado hacia una roca. El pequeño permaneció allí sentado durante toda la noche hasta el día siguiente, cuando un guardacostas lo vio y lo rescató. Hacía mucho frío, así que el guardacostas le preguntó: “¿Temblaste de frío mientras estabas sentado ahí en la roca durante la noche?” El pequeño respondió: “Sí, temblé de frío toda la noche pero la roca no”.
La próxima vez que empieces a preocuparte, ve a la Roca.
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