“El único lugar donde tu sueño se vuelve imposible es en tu pensamiento.”
Hace poco alguien me dijo: “mi vida se acabó, no le encuentro sentido, soy un fracaso en todo, perdí la ilusión…”. Cada una de sus palabras estaban marcadas por la frustración, y así como esta persona, hay muchas que piensan que sus vidas no van a ninguna parte. Personas que han perdido o están a punto de perder su matrimonio, su familia. Personas que han perdido su trabajo o negocios. Personas que han perdido su ministerio. O personas que han perdido a algún familiar. Para ellos la vida se ha acabado, piensan que no pueden volver a tener una relación, que nadie los va a contratar, que no tendrán otra oportunidad de servir para algo. Sus pensamientos les hacen volverse más temerosos, desconfiados, pesimistas y deprimidos.
Estas personas que han perdido sus sueños, lo que en realidad han perdido es la falta de propósito. Necesitan descubrir su propósito para no pasar el resto de sus vidas cometiendo errores, sintiéndose con sentimientos de fracaso. Necesitan entender que su propósito debe ser mayor a los desafíos que se les presenten en la vida.
El propósito tiene que ver con la misión especifica de mi vida, misión que exige cumplimiento por mi parte. Nadie más puede hacerlo. Cada uno de nosotros ha sido creado con un propósito.
El propósito tiene que ver con la misión especifica de mi vida, misión que exige cumplimiento por mi parte. Nadie más puede hacerlo. Cada uno de nosotros ha sido creado con un propósito.
“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” Efesios 2:10 (NVI)
Somos hechura suya, somos poesía, somos un regalo, somos su obra maestra, creados para buenas obras, para grandes cosas, para resultados extraordinarios.
Nuestra responsabilidad es poder identificar nuestro propósito, y por demás está decir que hay libros que nos hablan de eso y que los podemos conseguir con cierta facilidad. Sin embargo, hay algunas preguntas claves para identificar nuestro propósito:
¿Qué estoy buscando? ¿Qué es lo que me apasiona? ¿Para qué fui creado? ¿Cuáles son esas buenas obras que debo realizar?
Estas son algunas buenas preguntas, no son todas, pero te pueden ayudar a clarificar tu propósito y te llevarán a disfrutar la vida.
Hace unos meses, una persona de edad avanzada había perdido su trabajo en el cual llevaba mucho tiempo, y pensaba que eso sería todo, que a su edad nadie lo contrataría. Pero un día, meditando en su familia y en la lección que le estaba por enseñar a sus hijos, se encontró que había razones para soñar, para no rendirse en la vida, que lo mejor que podía hacer era conectarse de nuevo con su propósito y levantarse de donde estaba para vencer todas las dificultades. Comprometido en buscar empleo, sacó su curriculum, generó conversaciones con empleadores, desarrolló relaciones y diseñó planes de acción que lo llevaron nuevamente a ser contratado. Ahora bien, esto no fue fácil, le costó aproximadamente tres meses conseguir el empleo. Sus creencias positivas y su fe acompañada de obras, le llevaron a conseguir ese trabajo donde hoy lo valoran por sus talentos, capacidades y experiencia, y su futuro parece brillante. Esto se logra cuando te conectas con tu propósito.
Somos hechura suya, somos poesía, somos un regalo, somos su obra maestra, creados para buenas obras, para grandes cosas, para resultados extraordinarios.
Nuestra responsabilidad es poder identificar nuestro propósito, y por demás está decir que hay libros que nos hablan de eso y que los podemos conseguir con cierta facilidad. Sin embargo, hay algunas preguntas claves para identificar nuestro propósito:
¿Qué estoy buscando? ¿Qué es lo que me apasiona? ¿Para qué fui creado? ¿Cuáles son esas buenas obras que debo realizar?
Estas son algunas buenas preguntas, no son todas, pero te pueden ayudar a clarificar tu propósito y te llevarán a disfrutar la vida.
Hace unos meses, una persona de edad avanzada había perdido su trabajo en el cual llevaba mucho tiempo, y pensaba que eso sería todo, que a su edad nadie lo contrataría. Pero un día, meditando en su familia y en la lección que le estaba por enseñar a sus hijos, se encontró que había razones para soñar, para no rendirse en la vida, que lo mejor que podía hacer era conectarse de nuevo con su propósito y levantarse de donde estaba para vencer todas las dificultades. Comprometido en buscar empleo, sacó su curriculum, generó conversaciones con empleadores, desarrolló relaciones y diseñó planes de acción que lo llevaron nuevamente a ser contratado. Ahora bien, esto no fue fácil, le costó aproximadamente tres meses conseguir el empleo. Sus creencias positivas y su fe acompañada de obras, le llevaron a conseguir ese trabajo donde hoy lo valoran por sus talentos, capacidades y experiencia, y su futuro parece brillante. Esto se logra cuando te conectas con tu propósito.
“Tienes que averiguar a donde quieres ir. Y luego debes dirigirte hacia allí, pero ya, inmediatamente. No puedes darte el lujo de perder ni un minuto.”
Cuando eres abatido por un fracaso en una relación o en un negocio, no pienses que la vida termina, ya que Dios aún no acabó contigo. Dios trabaja cada día en tu vida porque eres obra de sus manos. Descubre el propósito de Dios para ti, comienza a creer que los mejores días están por venir, no importa cuántas veces puedas caer, lo importante será las veces que te levantes. Deja de pensar que la vida se acabó para ti y que no hay nada más por vivir. Deja de sentir lástima por ti pensando como víctima, y comienza a vivir como protagonista. No te enfoques en los problemas, enfócate en el propósito de Dios para tu vida.
Cuando pienses que la vida se te acaba, pregúntate: ¿qué cosas me pueden inspirar para superar mis problemas?
“Tu propósito debe ser mayor que tus problemas”.
Cuando eres abatido por un fracaso en una relación o en un negocio, no pienses que la vida termina, ya que Dios aún no acabó contigo. Dios trabaja cada día en tu vida porque eres obra de sus manos. Descubre el propósito de Dios para ti, comienza a creer que los mejores días están por venir, no importa cuántas veces puedas caer, lo importante será las veces que te levantes. Deja de pensar que la vida se acabó para ti y que no hay nada más por vivir. Deja de sentir lástima por ti pensando como víctima, y comienza a vivir como protagonista. No te enfoques en los problemas, enfócate en el propósito de Dios para tu vida.
Cuando pienses que la vida se te acaba, pregúntate: ¿qué cosas me pueden inspirar para superar mis problemas?
“Tu propósito debe ser mayor que tus problemas”.
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