lunes, 4 de agosto de 2014

En las manos de Dios y sin mirar atrás

"Cuando llegamos a este mundo, parece como si desde el primer día nos estuvieran preparando, y en la escuela primaria nos enseñan el ciclo de la vida. Experimentamos el hecho de que la mariposa que recogimos, vuela y sigue su camino, o vivimos el triste momento de perder a nuestro amado perrito o a nuestra mascota preferida...

...Nuestros amigos cambian, la gente nos traiciona, y las lecciones se aprenden. Por ejemplo, aprendemos a pedir perdón, aprendemos a disfrutar los momentos que Dios nos regala. También intentamos aprender a vivir, y morimos intentando encontrar la respuesta a esa pregunta, para luego darnos cuenta que no hay ninguna. Eso sí, aprendes que la vida la haces tú y que cada día escribes una nueva historia. Y en todo este aprendizaje, en todas las vueltas de la vida, las idas y venidas, las caídas y las subidas, muchos aprenden a simplemente,...dejar pasar el tiempo.
Hoy me pregunto, ¿cuán privilegiada es la persona que aprendió a dejar pasar el tiempo sin preocuparse de nada, que aprendió a olvidar todo, que aprendió a seguir adelante?
¡Caramba!, pero si olvido el amor que me dieron y me enseñaron a dar, las enseñanzas que me dejaron, los llantos que me acompañaron, y las profundas tristezas que no deberían ser sólo mías sino compartidas, entonces estoy olvidándome de mí, estoy olvidando una parte de mi ser, entonces no quiero olvidar.
Pero sí puedo dejar atrás los momentos en los que me equivoqué, y puedo, con mi vista al cielo, tener una visión futura en la que te encuentres Tú. Puedo gozarme de alguna nueva enseñanza del Evangelio, de una nueva mirada que nace como aquella mariposa... Entonces, mi despedida de este mundo solo será para poder mirar para adelante, y darle la oportunidad a Dios de que escriba nuevamente en esta hoja en blanco que se encuentra en mi camino.
Solo entonces, podré olvidar cualquier situación pasada, cualquier momento, cualquier persona, cualquier dolor. Y seguiré confiado en que Dios tiene en sus manos el mundo, como también a mí.
Cuando nacemos, lo hacemos con algún talento conferido por Dios. Todos tenemos alguno y es nuestra decisión y oportunidad saber aprovecharlo. Según crecemos, y a voluntad divina, Dios nos concede algún don a través del Espíritu Santo. Es Éste quien nos lo da, y cuando esto sucede es por su Voluntad y para que usemos ese don glorificando a Dios. 

Mas de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo; solamente que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.

(Hechos 20:24 RV2000)

Con actitud de humildad y sincero agradecimiento a Dios y a vosotros, para la gloria de Dios.

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