sábado, 2 de agosto de 2014

Andar conforme a al corazón de Dios

Cuando escudriñamos, reflexionamos en la Palabra de Dios y leemos la historia de David, podemos sentir y ver la misericordia que Dios le tuvo al salmista. La misericordia de Dios nos brinda la certeza de decir que, tenemos esperanza en el Pacto con Su pueblo. El salmista reconoció que anduvo mal pero se humilló ante Dios y en sus Salmos, nos exhorta a bendecir al Señor en espíritu y en verdad. Si leemos Salmos 102 podemos notar la necesidad en la que se encontraba David diciendo: “Oh SEÑOR, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina hacia mí tu oído; el día en que te invoco, respóndeme pronto”. Salmo 102;1-2
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Muchas veces pensamos que el Señor no atiende a nuestras peticiones. El Señor atendió las peticiones de David, y si lo hizo con David, también lo puede hacer con nosotros.
Aun con todas sus faltas, errores y pecados, David aprendió del Señor. Él fue manso y humilde de corazón a tal punto, que Dios lo halló conforme a Su corazón. “He hallado a David, varón conforme a mi corazón” (Hechos 13:22). 
¿Qué cualidades tuvo David para llegar a ser calificado un hombre conforme al corazón de Dios?
Hay muchas respuestas pero, si leemos el principio de David y cómo fue escogido por Dios para heredar Sus bendiciones, podemos sentir que el Señor nuestro Dios tenía un plan y propósito con David, aun con todos sus errores.
La cualidad de David fue que él era un hombre humilde y se daba cuenta de cuándo estaba mal ante Dios. Si leemos la Palabra de Dios podemos ver que, David tenía una cualidad inmensa e innata para adorar a Dios. Y no solamente éso, en sus Salmos, podemos ver su rendición, su humillación y el deseo de parecerse cada día más a Dios. En verdad, cuando leemos los Salmos de David solo surgen sentimientos de paz, aliento, liberación, arrepentimiento y gritos de victoria. Los Salmos de David, inspirado éste por el Espíritu Santo de Dios, son también consuelo para el alma. ¿Cuántos de nosotros, hemos sido confortados por la Palabra de Dios y al leer los Salmos nos llenamos de paz y de regocijo?
El Salmo 103 es una respuesta al Salmo 102 en el que David, en momentos de angustia, clamó a Dios por una respuesta. Podemos notar que en el salmo 102 el alma de David se encontraba en desesperación, pero al leer el Salmo 103 podemos notar que Dios por Su misericordia, le brindó paz al salmista.
Hay personas que critican a David por la razón de su pecado y la pregunta es: ¿Quiénes son ellos para juzgar? Porque “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8). El problema es que muchos andan con un manto de santidad, pero por dentro están cargados de oscuridad. Pero Dios no puede ser burlado. Hay que reconocer las áreas donde debemos trabajar y pedirle a Jehová que las cambie en el nombre de Jesús, para así poder avanzar en la carrera de la fe.
David reconoció que anduvo mal y dijo: "Pequé contra Jehová, pequé contra Jehová” (2 Samuel 12). Cuando David reconoció su pecado, él clamó a Dios en oración dejando su corazón arrepentido enmarcado en el Salmo 51;1-4 y nos dijo: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio”.
Si el Señor redimió los pecados de David, Él también lo hará con los tuyos. Recuerda que al Señor le agrada la sinceridad, un ser dispuesto a reconocer sus errores y pecados y una confesión de arrepentimiento desde lo más profundo de su corazón, como lo hizo David.
Puede que te encuentres angustiado y sin salida como se encontró el rey David, pero el Señor nuestro Dios te dice…. Por la noche durará el lloro, pero a la mañana vendrá la alegría” (Salmos 30:5).
La alegría de David le inspiró a darle las gracias a Dios por Su perdón y por Su misericordia y dijo: Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su Santo Nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de Sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila. Amén. Salmos 103:1-5
Padre Celestial, en estos momentos vengo ante Tu presencia para adorarte y decirte que sin Ti nada soy. Me rindo ante Ti. Perdóname, lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra Ti, contra Ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio” Amén. Salmos 51:1-5

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