jueves, 3 de julio de 2014

Remiendos

Una pareja que iba a cumplir 30 años de casados, quería hacer una renovación de sus votos matrimoniales. Para el acontecimiento hicieron varios preparativos, con el fin de reunir a todos sus amigos y compartir ese momento tan especial con ellos. Como parte de la planificación ella dijo que quería estrenar un vestido nuevo, pero él aseguró que quería usar la misma pieza con la que se desposó aquella vez. 
Inmediatamente, ella se opuso porque había pasado mucho tiempo, tanto que seguro se veía viejo y pasado de moda. Pero él le dijo que amaba ese traje, porque había puesto todo su esfuerzo en conseguirlo para verse bien en el día más importante de su vida. Al recordar ese momento, ella calló un instante, una sonrisa se dibujó en su rostro, sus ojos se cristalizaron y asintió con la cabeza mientras decía, te amo.
Pero cuando fueron a sacarlo del baúl para el importante evento, notaron que una de las solapas de la chaqueta tenía un agujero. Hasta entonces, ninguno de los dos había recordado, que el día de su matrimonio él tuvo un pequeño accidente con un broche.
Al instante, tomando aguja e hilo, trataron de arreglarlo pero los resultados eran horribles. Intentaron cortar un pedacito del doblez de la manga para ponerlo como remache en el hueco, trataron de usar hilos para cruzarlos por encima del agujero, le pusieron otro broche más grande para taparlo, y hasta tuvieron la idea de vestir con el cuello de la camisa por fuera de la solapa, como en los años 60, todo con tal de taparlo, pero nada dio resultado, el hueco siempre terminaba viéndose.
Al día siguiente fueron a un sastre para ver si podía hacer algo. El anciano les pidió que dejaran allí la chaqueta y que volviesen por la tarde. Cuando regresaron, quedaron impresionados con el trabajo que había realizado, el hueco había sido remendado tan perfectamente, que apenas se podía notar que antes había alguno.
En ocasiones la ropa suele desgastarse, apolillarse o simplemente, por algún accidente, llega a romperse. Cuando toda la pieza aún sirve se usan remiendos que uno mismo puede hacer, pero en ocasiones hace falta la mano de un profesional para solucionar el problema. Pero, ¿qué pasa cuando los huecos están en el corazón? A veces provocados por haber tomado decisiones equivocadas, situaciones fortuitas, o simplemente, por algún mal momento irrelevante que a todos nos toca vivir. Son esas duras circunstancias las que probablemente, han causado un daño en tu interior que han dejado huecos y hoy difícilmente los puedes disimular o tapar, porque al final siempre terminan siendo evidentes.
Salmos 103:3-5 “Él es quien perdona todas mis maldades, quien sana todas mis enfermedades, quien libra mi vida del sepulcro, quien me colma de amor y ternura, quien me satisface con todo lo mejor y me rejuvenece como un águila.” Versión DHH
Jesús vino a la tierra no sólo para que tuviéramos vida en Él, sino también para sanarnos de todas las heridas que el trajín de vivir nos deja. Acércate a Dios sin fijarte en el tamaño o la profundidad de tu herida, porque su amor siempre tiene la forma exacta para sanarla.
Después de todo, un corazón sano ama mejor a la familia, siempre mira con optimismo los retos que le da la vida, encuentra para toda ocasión una oportunidad de sonreír y es el mejor traje que todos deben llevar para empezar a festejar la vida.

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