martes, 22 de julio de 2014

¿Por qué debemos orar cuando Dios sabe ya lo que queremos?

Es verdad que Dios conoce todo, y por lo tanto Él sabe de antemano lo que queremos... y lo que necesitamos. Pero esa verdad necesita ser validada con el hecho de que Él ha querido darnos la libertad de escoger y la libertad de actuar. Él escucha nuestras peticiones, así como las responde cuando las condiciones son correctas. Santiago 4:2 dice que si nos hace falta algo es debido a nuestra falta de oración, …pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.”Al pedir, tomamos una posición de dependencia de Dios y así le honramos.
-Debemos orar porque el Señor nos ha mandado hacerlo. La orden de “pedir,” "buscar” y “tocar” en Lucas 11, es en referencia a la oración. Lucas 18:1 nos demuestra nuestra obligación de orar. “Orad sin cesar,” y 1 Tesalonicenses 5:17, es también una orden. La obediencia así lo demanda.
-Debemos orar porque la oración cambia las cosas. Un hombre de Dios dijo, “Cuando oro, suceden consecuencias. Cuando no oro, éstas no ocurren.” Jesús dijo, “…pedid y recibiréis,” y Juan 16:24. Santiago nos dice que la oración eficaz del justo puede mucho.”
-Así mismo, la oración determina la medida de nuestra eficacia con el Señor. Está bien dicho que, podemos medir nuestra influencia por el número de personas que oran por nosotros. 
-Debemos orar porque la obra de Dios no se lleva a cabo sin la oración. Se puede trabajar sin orar, pero ese trabajo no es la obra del Señor.
-Debemos orar porque nunca nos acercamos tanto a la omnipotencia como cuando oramos en el Nombre de Jesucristo, el Señor. Nosotros nunca seremos omnipotentes, ni aún en los cielos, pero en la oración esgrimimos más poder que lo que podríamos hacer de cualquier otra manera.
-Debemos orar porque, tal como un escritor dijo, “Podemos cambiar eventos mundiales y organizar la historia, a través de simples pero poderosos instrumentos: la oración y el ayuno.” Fue el mismo escritor quien dijo que los cristianos a través de la oración, mantienen el equilibrio de poder en el mundo.
“¡Cuántos y cuán buenos ministerios los que tenemos en nuestras manos, para obrar maravillas con la dimensión prodigiosa de la oración! Podemos llevar rayos de sol a lugares fríos y sombríos. Podemos soltar las cadenas de esperanza en la prisión del desaliento. Podemos soltar las cadenas de los miembros de los prisioneros. Podemos llevar destellos y pensamientos de familia y gozo hasta lugares lejanos. Podemos llevar cordialidad celestial a los espiritualmente débiles, aunque éstos estén trabajando más allá de los mares...
¡Todos estos son milagros como respuesta a la oración! Grandes milagros demoran, simplemente porque no caemos suplicantes en nuestras rodillas. Asombra el hecho de que, nuestra voluntad, dada por Dios, puede crecer aunque sea débil, siempre que sea usada para orar. Todos necesitamos hacer una pausa y confesar nuestra falta de oración, arrepentimos de ello, y orar.

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