jueves, 10 de julio de 2014

La última tentación - Tentado en la presunción (4)

“Entonces el diablo… le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está: a sus ángeles te encomendará y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.” (Mateo 4:5-7)
Jerusalén en ese tiempo, se miraba como el centro del mundo, y los judíos creían que el templo estaba en el centro de la ciudad, a su vez el centro del mundo. No había pináculo en el templo de Jerusalén, más bien se sugiere que el diablo lo llevó a una parte alta del templo. De esta manera tentó a Jesús para que usara la presunción de lanzarse, y así forzar la mano de Dios para que lo salvara. Los judíos amaban las señales y milagros espectaculares, y esa era una oportunidad para que Jesús presumiera en cuanto a cómo Dios lo amaba. Pero con autoridad, Jesús le dijo: “No tentarás, o pondrás, a prueba al Señor tu Dios”, citó Deuteronomio 6:16.

Los hijos de Dios no podemos caer en la tentación de querer que Él haga los milagros que a nosotros se nos ocurran y asumir el papel de hijos presumidos que a veces, hasta dan órdenes a Dios. Con su actitud, Jesús nos enseña que Dios es Dios, que no puede ser manipulado por su pueblo ni con oraciones, ni con ofrendas ni con servicios que le hagamos. Estamos aquí para servirlo a Él. Dios no es nuestro sirviente. No podemos usar nuestra tarjeta de crédito para comprar todo lo que queremos, mientras decimos muy religiosamente: “Dios me respaldará”; “no me dejará avergonzado”; “el proveerá”. Eso es presunción. Los líderes frágiles toman caminos de presunción y luego esperan que Dios los respalde. Los verdaderos líderes se mueven con seguridad, pero con temor a Dios.

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