jueves, 10 de julio de 2014

Descansa

Se cuenta la historia de un prisionero condenado a muerte, al que se le vendaron los ojos, se le dijo que le iban a cortar la arteria del brazo y que un grupo de médicos estaría observando cuánto tiempo tardaría en morir.
Seguidamente, se le pasó una navaja por la piel sin hacerle ningún corte, y se dejó correr agua a través de un tubo, la cual iba cayendo en una vasija puesta debajo del brazo.
Los doctores entre tanto, comentaban sobre la futurible debilidad del pulso y el supuesto estado del prisionero, a medida que se desangrase.
El preso lo oyó y creyó tan confiadamente en todo lo que los doctores aseguraban, que su sistema nervioso se vio afectado de tal forma que su corazón acabó paralizándose, y pensando que se estaba desangrando realmente, murió de ansiedad y miedo.
Todos hemos pasado por momentos de ansiedad, presión, estrés, frustración, tensión y hemos sentido que todo el peso que soportábamos nos estaba destruyendo.
El estrés es simplemente, una respuesta fisiológica del organismo, como defensa a una situación que se interpreta como amenazante. No sabemos cómo pero es algo necesario para la supervivencia. Sin embargo, cuando se sobrecarga, cuando el estrés es agobiante, empiezan a aparecer las enfermedades, los problemas de memoria, las alteraciones de ánimo, un cansancio excesivo, depresión y otros síntomas más.
En ocasiones es muy difícil no sentirse ansioso, y cuando las circunstancias desbordan nuestra capacidad y nuestras fuerzas, lo mejor es descansar.
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. Filipenses 4:6
Cuando nuestras fuerzas parecen terminar y nos sentimos atrapados, lo mejor es depositar nuestras cargas en Dios y descansar. ¿Quién mejor que Él para encargarse del problema?
No importa la situación por la que estés pasando, puede tratarse de problemas familiares, económicos, de salud o una combinación de ellos; lo importante es que no los escuches, no permitas que destruyan tu vida como sucedió con el prisionero, quien por estar escuchando lo que decían los médicos murió, cuando realmente no había un verdadero motivo.
Recuerda siempre que Dios tiene un plan para ti y que Él siempre será tu ayudador, tu proveedor, el que renueva tus fuerzas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario