martes, 15 de julio de 2014

Decisiones apresuradas

Puede que estés a punto de tomar una decisión que influirá mucho en tu manera de vivir...
La vida diaria está llena de decisiones de toda clase, desde las que consideramos no muy importantes hasta las que consideramos de suma importancia. ¿Qué clase de decisiones estas tomando?, ¿correctas?, ¿Incorrectas? Y si las decisiones que tomaste no fueron las adecuadas, dichas decisiones, por casualidad, ¿no fueron apresuradas?
Todos tomamos decisiones diariamente, desde decisiones sencillas como: ¿qué vestuario me pondré hoy?, hasta decisiones importantes, determinantes de nuestro presente y futuro.
Puede que estés a punto de tomar una decisión que influirá mucho en tu manera de vivir, y quizá te sientes un poco presionado o con temor, porque la decisión a tomar es muy delicada.
¿Qué hacer, pues, para tomar una buena decisión?
Primero: Relájate y descansa en Dios. Ahora que ya conoces de Dios y lo has hecho Señor de tu vida, tienes que aprender a depender de Él. Tienes que comprender que ahora Él juega un papel muy importante en tu toma de decisiones. Descansar en Dios implica recibir un sentimiento de paz que me lleva a comprender que mi vida está en sus manos. Es la tranquilidad que aparece a pesar de que la situación sea muy difícil, pero que mi confianza en que Dios actuará, me hará estar tranquilo frente a cualquier situación que se presente. Antes de tomar una buena decisión tienes que relajarte, descansar y sobre todo, confiar en que Dios te guiará a tomar la mejor decisión.
Segundo: Reflexiona bien en los resultados que puedas obtener. Después de que estés relajado, y confiando en Dios, piensa bien sobre la decisión que vas a tomar; reflexiona sobre si esa decisión es respaldada por la Palabra de Dios, o si va en contra de lo que Dios dice en su Palabra (“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino”. Salmos 119:105 RV1960). Medita en los resultados que esa decisión puede traer. Piensa en los “pros” y “contras”. Y nunca tomes una decisión cuando estés enfadado, ni cuando tus emociones estén a flor de piel, porque dichas decisiones casi nunca resultan bien. El mejor momento de tomar decisiones es cuando la cabeza está fría, cuando no haya emociones de por medio y cuando se ha reflexionado muy bien sobre lo que se va a hacer.
Tercero: No te apresures, tómate el tiempo necesario. Obviamente, hay decisiones que tendremos que tomar rápidamente, quizá en minutos, pero las grandes decisiones casi siempre las deberemos tomar con más tiempo. Si algo ayuda a tomar una buena decisión, es haber meditado en ella por un tiempo antes de tomarla. A veces no hay prisa, pero por apresuramiento, a veces las cosas no salen como hubiéramos querido.
Cuarto: Confía en Dios porque Él hará. Si tú desde el principio descansaste en Dios y confiaste en que te ayudaría y sobre todo, hiciste las cosas bien, conforme a su Palabra y justamente, confía en que Dios obrará a tu favor, si así fuese su voluntad.
Algunas decisiones también necesitarán el apoyo de algunos consejeros. La Biblia nos lo dice: “Así que, no vayas a la guerra sin consejo sabio; la victoria depende de que tengas muchos consejeros” Proverbios 24:6 (Nueva Traducción Viviente). Y también en este otro pasaje: “Cuando falta el consejo, fracasan los planes; cuando abunda el consejo, prosperan ”Proverbios 15:22 (Nueva Versión Internacional).
La Biblia nos invita a confiar plenamente en Dios para que las cosas nos vayan bien: “Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y él actuará en tu favor” Salmos 37:5 (Traducción en lenguaje actual).
Lo mejor de todo es que Dios nos ha dado una promesa en la cual debemos confiar: “El Señor dice: "Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti” Salmos 32:8 (Nueva Versión Internacional).
No te apresures a tomar decisiones de las que luego te arrepientas, es mejor tomar decisiones que vayan orientadas y respaldadas por Dios, porque dichas decisiones traerán buenos resultados.
Si en estos días tienes que tomar alguna decisión, recuerda no hacerlo mientras te sientas enojado o molesto, no tomes decisiones orientadas por las emociones del momento, sino relájate y descansa en Dios, reflexiona muy bien sobre lo que harás, no te apresures y tómate el tiempo necesario, pero sobre todo, CONFÍA en Dios para que dicha decisión sea la correcta y traiga a tu vida gozo en vez de tristeza.
¡Las mejores decisiones que podemos tomar, son aquellas en las cuales dejamos que Dios nos guíe!

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