sábado, 5 de julio de 2014

Cuida tu herencia

Es indispensable entender que las promesas de Dios son herencia. Herencia quiere decir que tú no tuviste que trabajar por ellas, que no te las puedes ganar, sino que te han sido entregadas por la relación que tienes. Pero hay también un aspecto de responsabilidad dentro del concepto de la herencia. Tú no la trabajaste, sino que la obtuviste por relación. No te la ganaste, pero la puedes perder. La puedes despreciar pero no te la puedes ganar. Donde habitualmente fallamos es en no cultivar esa relación, que es la que nos permite disfrutar verdaderamente de la herencia.

El hijo pródigo, en Lucas 15, perdió su herencia. La desperdició, la gastó, mientras estaba separado de la relación que le daba derecho a aquella herencia. Cuando restauró la relación, tuvo derecho a la nueva parte de la herencia que le correspondía. Pero la separación de la relación fue lo que hizo que perdiera y desperdiciara aquello que le pertenecía. 

Si tú quieres que se manifiesten en ti las promesas de Dios, primero tienes que entender que no hay nada que puedas hacer por ti mismo para ello, porque son un regalo, son parte de tu relación. Lo único que tienes que hacer es mantener tu relación y después de recibir esa herencia, mantenerla, duplicarla, mostrar que eres capaz, que eres maduro para poder disfrutar de la misma. Las promesas de Dios son por gracia. No nos merecemos ni siquiera lo que tenemos en el día de hoy. Han sido por la gracia de Dios, han sido por nuestra relación con Cristo. Incluso, aunque tú no tengas relación con Dios, tienes vida porque Dios te ama, porque es Él quien pone el soplo de vida en ti cada mañana, es Él el que hace que salga el sol para los buenos, y para los malos. 
No fue el despertador quien te levantó esta mañana, fue el Dios Todopoderoso que envió su soplo de vida y te levantó. Por la gracia y la misericordia de Dios tú estás vivo. Ojalá entendieras quién eres para Dios. Lo que tú tienes en tu vida es por herencia. No se trata de la religión, o de tu esfuerzo. 
Tenemos que esforzarnos, tenemos que trabajar, pero no es eso lo que te da acceso a las cosas que Dios te ha prometido, sino la gracia y la misericordia de Dios que te han alcanzado y, a causa de tu relación con Él, tú tienes herencia. La sanidad es herencia; la prosperidad es herencia; la paz es herencia; el gozo es herencia. ¿Cómo puedes disfrutar de esa herencia? La herencia tú la puedes disfrutar únicamente si llegas a un grado de madurez espiritual. ¿Por qué razón muchas promesas no se manifiestan en la vida del creyente? Porque no sabemos que son parte de nuestra herencia. Pero la clave está en que no puedes disfrutar verdaderamente de tu herencia, si no maduras espiritualmente hablando. 

Dice la Biblia que mientras el niño es niño, es heredero; pero tiene que ser puesto bajo tutores hasta el tiempo designado por el padre. ¿Qué tiempo es el designado por el Padre? El tiempo en que tú has llegado a la madurez espiritual precisa para manejar aquello que te pertenece por relación.


No hay comentarios:

Publicar un comentario