domingo, 6 de julio de 2014

¿Cuándo Dios… cuándo?

No debo ser la única persona que ha tratado de apresurar a Dios para recibir determinadas cosas. Puede ser una promoción laboral, un negocio, un cónyuge, un hijo, una respuesta judicial, unos exámenes médicos, en fin, la lista puede ser extensa e interminable, y la respuesta siempre es la misma. Pero Dios, que escuchó lo que pedí la primera vez que me acerqué a Él con mi necesidad, tiene la solución. 
La mayoría de nosotros no dudamos de que Dios Todopoderoso tenga la respuesta y el poder de obrar a nuestro favor, si es su voluntad hacerlo. Lo que ponemos en tela de juicio es que lo haga por nosotros que nos sentimos inmerecedores, que vea las circunstancias que nos rodean, o que nosotros compararemos a Dios con personas que nos han fallado anteriormente. Son algunos factores que contribuyen a que no descansemos en Su perfecto tiempo. Sin embargo, Él no es hombre para mentir, de hecho, uno de sus atributos es la fidelidad. Según la Real Academia Española; una acepción de fidelidad es Puntualidad, exactitud en la ejecución de algo. Si Dios prometió algo será exacto en ejecutarlo.
Otro factor que obstaculiza que esperemos tranquilos el cumplimiento de las promesas de Dios, es la inclinación humana de tener nosotros el control de lo que nos rodea. Nos sentimos seguros cuando creemos saber a dónde vamos, quién nos espera y para qué. Pero al desconocer el futuro, perdemos la noción del control. El asunto es que Dios no siempre te dice el plan de futuro, lo que sí hace es prometerte que será bueno, agradable, perfecto y que Él estará a tu lado en todo momento. La promesa de tu futuro está asegurada.
Es posible que estés pensando, ¡Sí!, ¿pero cuando? la respuesta es sencilla ¡no importa! Por ejemplo, todos los días al levantarte vas a tu trabajo y confías que al final del mes, o la semana que viene, te darán el pago de tu esfuerzo. También, cuando llegas a casa a comer, rara vez te sientas con la duda de que la silla no aguantará tu peso y terminarás en el piso. O subes a tu coche y no dudas que al frenar responderá, o comes en un restaurante y confias que la comida que te sirven no está envenenada. Es porque tenemos fe. Una fe en que las cosas funcionan como deben. Imagina ahora cómo debemos sentirnos cuando Aquél que promete es el hacedor del universo, el dador de la vida. Esperar no debería ser un problema cuando es Dios quien promete.
En la Biblia, un joven llamado Daniel oró, y su petición no fue recibida en ese mismo momento, la respuesta demoró. Aun así llegó, su oración fue contestada honrando el carácter de Dios, a quien había acudido. La historia de Daniel no es la única. A Zacarias, un “viejo” con una esposa “de edad avanzada”, un ángel le anunció lo siguiente: “No temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabeth te dará a luz un hijo, y lo llamarás por nombre Juan”. Este anuncio le llegó a Zacarías en un momento en el que prácticamente, él mismo dudaba de que fuese posible su cumplimiento. Sin embargo, como explica el ángel, su “oración fue oida”. 
¿Cúando hizo Zacarías la oración? tal vez en su luna de miel, o quizás en los primeros años de matrimonio, o en el peor de los casos, antes de que le llegara la menopausia a su esposa. ¿Y cuando le llego la respuesta? ….cuando él no lo esperaba.  En el tiempo de Dios. La oración fue escuchada, y desde que la hizo, Dios tenia un plan muy grande para su hijo Juan. Este tendría que abrirle camino a Jesús, ¡el salvador del mundo!  Tendrian que ser contemporáneos, a pesar de que Elizabeth era de “edad avanzada”, María la madre de Jesús aún era una jovencita. Zacarías tuvo que esperar los tiempos de Dios para que todo estuviese en su lugar perfecto. Su oración fue escuchada y contestada en el tiempo perfecto, para cumplir el propósito que tenia su hijo Juan el Bautista, contemporáneo con Jesús. 
Tú y yo hemos confiado en Dios, le hemos presentado peticiones que hasta ahora no han sido contestadas, pero tenemos la certeza de que, si esas oraciones fueron escuchadas serán contestadas. ¿Cuándo? realmente no importa porque Dios nunca llega tarde, su tiempo es perfecto. “No faltó palabra de todas las buenas promesas que el Señor habia hecho a la casa de Israel; TODO SE CUMPLIÒ” (Josue 21:45). Todo se cumplirá también en tu vida. ¿Cómo no confiar en Dios?, espera en paz lo que has pedido, tu Padre ya lo tiene y a su debido tiempo lo enviará.

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