Te extraño con locura.
Te extraño, te extraño.
Extraño la que eras, extraño tu candidez,
tu inocencia, tu gratitud, tu sonrisa llena de amor, tu fidelidad a Dios
Extraño tu disposición a hacer lo bueno.
Extraño tus sacrificios dejando de lado tu yo.
Te extraño y no lo sabes, pero a veces,
por las noches lloro porque no te tengo.
No lo sabes, pero de camino a la Universidad,
lloro porque no soporto no verte reflejada en mí.
Te extraño y no te reconozco.
Extraño esa fiereza para defender tus convicciones.
Extraño el sabor a felicidad en tus labios.
Extraño la palabra Dios en tus conversaciones.
Extraño que me digas que todo estará bien porque Dios me sostiene.
Te extraño, y no te das cuenta que me muero
porque no te decides a regresar.
porque no te decides a regresar.
Te extraño y le pido, ruego a Dios que te busque una y mil veces más,
para que vuelvas y volvamos a ser el dúo que alababa a Dios.
para que vuelvas y volvamos a ser el dúo que alababa a Dios.
Para que volvamos a escribir las cartas que hacían palpitar nuestros corazones.
¡Cuánto quisiera que esas palpitaciones, que eran de Dios,
volvieran de una vez por todas.
Quiero esas lágrimas de gozo.
Extraño que mires al cielo y tus ojos brillen como el sol,
extraño que digas: GRACIAS SEÑOR porque simplemente,
viste a un perrito haciendo una mueca.
No te conozco el día de hoy, por eso quiero que vuelvas,
Entiéndelo, TE NECESITO.
Dios quiere que vuelvas para que sea verdaderamente feliz.
¿Hasta cuándo estarás perdida, dejándome en la tristeza? ¿Qué sucede?
No digas que no puedes, no digas que estás perdida,
no envidies el brillo de felicidad de otras personas,
atrévete a tener tu propio brillo,
atrévete a decidirte, atrévete a cambiar,
atrévete a hacer lo que no hiciste:
Decir, NO
Ahora sentada, escribiéndote, te pido que vuelvas, una y otra vez,
para que este cuerpo tuyo ya no esté congelado en la tristeza,
y deje de escribir pidiendo tu regreso.
Entiéndelo, tú, sí tú,... no perteneces a ese lugar.
No perteneces a la rebeldía, ni mucho menos al pecado.
No perteneces al mundo, perteneces a Dios.
Y Éste grita dentro de ti pidiéndote que le mires,
que reconozcas tu necesidad de Él.
Te extraño, dite a ti mismo y bien fuerte
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