jueves, 19 de junio de 2014

S.O.S.

“Dedíquense a la oración con una mente alerta y un corazón agradecido” Colosenses 4:2 (NTV)
Una historia cuenta que en una noche de 1968, el piloto de un avión de pasajeros con destino a Nueva York, se dio cuenta de que el tren de aterrizaje de su jet estaba trabado. Se acercaba cada vez más a su destino, y continuaba luchando con los controles tratando de que las ruedas cayeran en su lugar, pero sin éxito. Mientras daba vueltas alrededor del aeropuerto, pidió instrucciones a la torre de control. El personal de tierra, respondiendo a la inminente crisis, roció la pista con espuma y los vehículos de emergencia se colocaron en posición. Le dieron instrucciones al piloto de que aterrizara lo mejor que pudiera.
La tripulación pidió a los pasajeros que se prepararan para lo peor y se colocaran en posición de descenso. Momentos antes del aterrizaje el piloto anunció por el intercomunicador: “Estamos comenzando nuestro descenso final, es mi obligación informarles que si creen en Dios, deben comenzar a orar”. Entonces, el avión hizo un aterrizaje de emergencia con la panza, y milagrosamente, se detuvo sin causar daños a los pasajeros.
Si aquel piloto no se hubiera encontrado en ese percance, en esa crisis ese día, sus pasajeros nunca hubieran utilizado el recurso más importante que tenían: la oración. Pero, ¿no ocurre lo mismo con la mayoría de las personas? Mientras todo va bien, rara vez piensan en hablar con Dios, pero cuando el asunto es de vida o muerte, se vuelven a Él para pedir ayuda.
Lo relevante es que, muchos piensan que la oración es tediosa, que no tiene valor y que sólo la hacen las personas de la tercera edad; se conforman con decir: “Dios es bueno”, “Dios es misericordioso”, “demos gracias por nuestros alimentos”, y esto es suficiente para ellos. Pero contrariamente a todo esto, la oración es un tiempo de comunicación con nuestro Creador; es como el matrimonio, que si no hay una buena comunicación, se destruye.
Si usted observa algunos matrimonios que conoce, podrá darse cuenta de que cuando hay una buena relación de esposos, estos hablan de todas las cosas, su comunicación es espontánea, transparente y franca. En cambio, cuando en un matrimonio no hay una buena comunicación, la relación tienden a deteriorarse y acaban muy mal.
Nuestra relación con Dios también debe ser de esta forma, cada día debemos dedicarle un tiempo más o menos largo de oración. Si hablas con tus amigos más de una hora, ¿por qué no puedes hacerlo con Dios?
No seas como los pasajeros de ese avión que esperaron hasta el último momento para pedirle ayuda a Dios, al contrario, mantén una buena comunicación con Él a través de la oración.
“Dios no está más lejos de usted que a la distancia de una oración”. 

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