“Si el amor que profesas a tu familia, no dispone de tiempo para compartir con ellos, jugar y tener tiempos de descanso juntos, es sin duda un amor silencioso que camina hacia la tragedia. Llanto, dolor y lágrimas es lo que está delante de tu familia que tanto te ha esperado”.
1 Crónicas 4:10 Jabés le rogó al Dios de Israel: Bendíceme y ensancha mi territorio; ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción. Y Dios le concedió su petición.
Eclesiastés 3:1-2 Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar.
El sueño de Dios es una FAMILIA unida en amor, para siempre.
El sueño de Dios, cuando creó al hombre y la mujer a su imagen y semejanza y les dio la capacidad de reproducirse en la misma especie, estaba absolutamente claro: ÉL quería tener una familia, una gran familia alrededor de todo el mundo.
Igualmente, una familia se constituye por medio del matrimonio de un hombre y una mujer, y comienza con un sueño: el sueño de amar y ser amado, de vivir una vida juntos, trabajar, tener hijos, disfrutar de todas las cosas buenas de la vida, afrontar las circunstancias de la vida juntos y terminar viejitos, amándose y felices.
Este era, y es, el sueño de Dios y es también el sueño de las parejas al comenzar su relación. Pero desgraciadamente, a través de la vida, este sueño se enfrenta a muchos obstáculos, y muchos se desaniman; no saben cómo superar los obstáculos, y su el sueño se esfuma. Se dan por vencidos en algún momento de la vida del matrimonio. Y la principal razón por la que se dan por vencidos y abandonan el sueño que un día les unió, es porque no saben como manejar los conflictos, no buscan a tiempo la ayuda adecuada y se desesperan.
Génesis 1:27-28: Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Al ser un sueño primeramente de Dios, ÉL estableció las reglas sobre las que debe funcionar. Y quienes siguen las instrucciones de Dios, alcanzan un matrimonio saludable y una familia estable y feliz. Es una rebeldía tratar de manejar el matrimonio a la manera de cada uno. Dios ya dejó escrito lo que funciona y cómo funciona. ÉL nos diseñó y sabe perfectamente cómo funcionamos. Por lo tanto, si queremos que nuestros matrimonios funcionen, tenemos que hacerlo a la manera de Dios.
Como todo sueño, para que se haga realidad debe de tener una visión y una misión. La visión la aporta Dios, como diseñador y creador de la raza humana. Y la misión la desarrollamos cada pareja, siguiendo la visión de Dios y con una importante cuota de trabajo, esfuerzo, capacitación y una actitud sabia y correcta.
Además, todo sueño pasa pruebas. Tenemos que entender que esto es normal, tenemos que entender sobre todo, que en los tiempos de pruebas es cuando más debemos unirnos los esposos, orando juntos, asistiendo a la Iglesia regularmente, buscando la ayuda correcta en el momento oportuno.
No permitas nunca que nada ni nadie te robe tu más preciado sueño: tener una familia saludable. No dejes que el orgullo y el egoísmo te roben el sueño de disfrutar de una familia estable. Nunca permitas que el enojo y el resentimiento destruyan tu sueño más preciado. No dejes que el pasado destruya este tu sueño familiar.
Y si has perdido fuerzas para luchar por tu matrimonio, ¡anímate a no rendirte jamás! No abandones nunca el sueño de Dios y tu sueño de tener una familia saludable. Si has flaqueado, levántate hoy con nuevas fuerzas, clama al Señor por fortaleza y sabiduría, y trabaja fuerte por la sanidad y restauración total de tu matrimonio y tu familia. Luego pídele perdón a tu cónyuge, por haber considerado la opción de la separación como una opción normal. Oren juntos y tomen la decisión de luchar por su matrimonio con las fuerzas y las herramientas del Señor. Y oren para que este sueño de Dios llene sus vidas.
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