sábado, 3 de mayo de 2014

Sin Amor

“Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso”. 1 Corintios 13.3
A menudo pensamos en los necesitados, y no podemos considerarnos ser gente amorosa o cristianos, si no cuidamos de los  pobres y necesitados. Cuidar de ellos tiene que ser una responsabilidad que tomemos seriamente…
Este versículo es un gran recordatorio sobre este tema. Dar de nuestras posesiones en vida, al pobre y necesitado, siempre nos beneficia. Pero sólo nos beneficia si damos con amor. Posiblemente sientas que estás haciendo “bien” al dar de tu abundancia. Es bueno, claro está, pero hasta cierto punto. La pregunta es, “¿Bueno para qué? y “¿Bueno para quién?”.
Dale un vistazo a tu vida: ¿Ayudas a otros? ¿Das de ti mismo para una causa? ¿Lo haces simplemente porque debes? o ¿Hay amor en tu corazón? 
¿Te importan aquellos que te rodean? o ¿ni siquiera notas a aquellos que están frente a ti?
¿Notas a la cajera en el supermercado? ¿Notas a la persona en la oficina al lado de ti?
¿Ves y atiendes a los demás durante el día o simplemente están en tu camino, en tu camino hacia hacer algo “bueno”?
Si quieres que tu vida y tus acciones sean de beneficio para ti y para otros, asegúrate de que tengas amor.
Ve despacio hoy. Mira a las personas a los ojos. Nota sus gozos y tristezas. Atiéndeles. Ámales. Simplemente, no hagas el “bien” porque sí. Dar con amor será de beneficio para todos, incluso para ti.
Dios es amor. Sin Dios no hay amor. Entonces, la pregunta podría hacerse un poco más grande.
¿Tienes a Dios en tu vida? Si no es así, todo tu trabajo y esfuerzo puede que ayude a otros, pero no te va a beneficiar a ti. Te va a dejar tan vacío e inquisitivo como lo estabas antes. Él te espera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario