lunes, 12 de mayo de 2014

Mal agradecidos

“Den siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre.”  
(Efesios 5:20)
Se dice que una vez, un líder espiritual que vivía en un pequeño pueblo pesquero, después de una terrible tormenta, colocó en una de las columnas de la iglesia, un cartel con los nombres de nueve pescadores, y sobre tales nombres, la frase: “Perdidos en el mar”.
mal agradecidosLa noticia cundió rápidamente por toda la ciudad, hasta el punto de que, uno tras otro, los  nueve hombres mencionados en el cartel, llegaron donde el líder a protestar, porque ellos, si bien es cierto que habían naufragado, también habían sido oportunamente rescatados. Por lo tanto, no se hallaban en calidad de  extraviados, como anunciaba el cartel.
Días después, en la reunión dominical, el referido líder espiritual se dirigió a los presentes, diciendo entre otras cosas, lo siguiente: “El otro día se me pidió que orara por once pescadores que habían naufragado. De esos once, sólo dos vinieron después, a solicitarme que le diera las gracias a Dios por haber permitido que fueran felizmente, rescatados. Por lo tanto, al haberse acercado sólo dos, supuse que los otros nueve pescadores, si no vinieron a pedirme agradecérselo, era porque se habían ahogado”. 

Querido amigo/a: con cuánta frecuencia en nuestra vida diaria, nos parecemos a esas nueve personas “olvidadizas” e ingratas. Diariamente, el Señor nos confiere: vida, salud, sueños, metas, triunfos, alimento, techo, familia, aire para respirar, luz para los ojos, paisaje para los sentidos y muchísimas cosas más, y sin embargo, en una actitud miope, mezquina, o quizá llena de soberbia, nos pasamos casi toda la existencia sin agradecerle por su bondad y misericordia diaria, pensando que a lo mejor lo merecíamos, y que todo radicaba en nuestros esfuerzos.

Por eso, la pregunta que muchas veces, me hicieron mis maestros, mis líderes, y que hoy te la trasmito en este momento que estás leyendo esto, es:  ¿Hoy, apenas abriste tus ojos a la luz de un nuevo día, apenas te levantaste o pusiste tu pie sobre el piso, le diste gracias a Dios, por el precioso regalo de un nuevo día de vida?
No te quedará más remedio que contestarla, y hacerlo con sinceridad, porque sabes muy bien que a Dios no puedes mentirle.

Dad gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia”

(I de Crónicas 16:34)

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