Dios creó el cuerpo humano de manera que necesitara alimento para funcionar. Y para asegurarse de que el cuerpo fuese alimentado, puso dentro de nosotros el apetito por la comida, al que denominamos “hambre”. El comer satisface nuestro apetito y nos da las fuerzas necesarias, para realizar las actividades que tenemos que hacer a lo largo del día. Entonces, ¿por qué una persona elegiría ayunar y permanecer sin comer durante un período de tiempo?
Desde la perspectiva de Dios, la razón es simple. El ayuno puede utilizarse para lograr un propósito espiritual. En el Antiguo Testamento se les ordenó a los israelitas que ayunaran una vez al año: “El día diez del mes séptimo ayunarán” (Levítico 16:29). Ese día, el Sumo Sacerdote realizaba sacrificios especiales para expiar los pecados del pueblo. Durante el servicio, entraba al Lugar Santísimo en el centro del templo, por única vez en el año. A través del ayuno, Dios quería que su pueblo recordara la experiencia de su salvación. Todos ayunaban para identificarse con el Sumo Sacerdote, quien sacrificaba un cordero para el perdón de los pecados.
Hoy, como cristianos, vivimos bajo la gracia y ya no se nos exige ayunar. Sin embargo, Jesús aclara en Mateo 6:16 que podemos ayunar por determinados motivos: “Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que estos ya han obtenido toda su recompensa”. De igual manera, en Mateo 9:15, Jesús declara: “¿Acaso pueden estar de luto los invitados del novio mientras él está con ellos? Llegará el día en que se les quitará el novio; entonces sí ayunarán”.
Hoy, como cristianos, vivimos bajo la gracia y ya no se nos exige ayunar. Sin embargo, Jesús aclara en Mateo 6:16 que podemos ayunar por determinados motivos: “Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que estos ya han obtenido toda su recompensa”. De igual manera, en Mateo 9:15, Jesús declara: “¿Acaso pueden estar de luto los invitados del novio mientras él está con ellos? Llegará el día en que se les quitará el novio; entonces sí ayunarán”.
Los apóstoles de la Iglesia primitiva también ayunaron por un propósito espiritual: “Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: ‘Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado’. Así que después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron” (Hechos 13:2-3).
Las personas que nunca antes ayunaron, ven con temor la posibilidad de abstenerse de comer. Se preguntan: ¿tendré hambre?, ¿toleraré el no comer por una cantidad determinada de tiempo?, ¿podré llevarlo a cabo? Creen que será una experiencia desagradable. Sin embargo, puedes estar seguro de que ayunar no te hará ningún daño. Estudios realizados demuestran que, ayunar en realidad es bueno para el cuerpo porque le hacen eliminar toxinas.
El propósito del ayuno no es hacer una demostración visible de tu dedicación religiosa a Dios, sino realizar un compromiso personal con Él. No siempre es fácil porque, como con cualquier otra disciplina, sin duda encontrarás resistencia y oposición. Comienza el ayuno comprendiendo realmente de qué se trata. Aunque tal vez el camino sea difícil, las recompensas serán grandes.
Seis maneras de Ayunar.
El libro “Abriendo una Brecha Espiritual por medio del Ayuno” describe nueve ayunos bíblicos. En La Biblia encontramos las formas en que se hacía un ayuno y los diferentes propósitos por los que las personas ayunaban. Sin embargo, probablemente haya tanta cantidad de ayunos en los tiempos modernos, como maneras de orar; obviamente, no existe un número para cada caso. Las siguientes pautas son seis diferentes maneras de actuar para adaptarse a la dirección de Dios:
A). El ayuno normal o ayuno de jugo, que es estar sin comer por un determinado período de tiempo, durante el cual sólo se ingiere líquidos (agua y/o jugo). La duración puede variar entre un día, tres días, una semana, un mes o cuarenta días. Se debe tener extremo cuidado con ayunos más largos, que deberían realizarse bajo cuidado médico.
B). El ayuno absoluto, que no permite ingerir ni comida ni líquidos y debe ser corto. Moisés ayunó durante cuarenta días, pero esto hoy no podría llevarse a cabo sin una intervención sobrenatural, y no debería intentar hacerse nunca. Nadie debe tratar de hacer un ayuno absoluto por más de tres días. Si una persona pasa más de siete días sin agua, se muere. El cuerpo tiene un promedio de entre un 55% y un 80% de agua, la cual debe reponerse regularmente. Asegúrate de confirmar un consejo recibido, sobre realizar un ayuno de 40 días que no incluya líquidos.
C). El ayuno de Daniel, también llamado ayuno parcial, que omite ciertas comidas en una perspectiva de alimentación limitada. Puede consistir en suprimir una comida por día. Comer sólo vegetales frescos durante varios días también es un ayuno parcial. Elías realizó ayunos parciales al menos dos veces. Juan el Bautista y Daniel con sus tres amigos, son otros ejemplos de personas que realizaron esta clase de ayuno. Pueden considerar hacer esta clase de ayuno las personas que padecen hipoglucemia u otras enfermedades.
D). El ayuno rotativo, que consiste en comer u omitir ciertas familias de alimentos durante ciertos períodos. Por ejemplo, una persona realiza un ayuno absoluto por un día para limpiar su cuerpo. Luego, durante la siguiente semana, sólo se alimenta con un grupo de alimentos. Aquí se van rotando diversas familias de alimentos para determinar qué enfermedad puede atribuirse a ellos.
E). El ayuno de Juan Wesley, que fue realizado por el fundador del metodismo antes de la Conferencia Metodista, donde los ministros se reunieron para apartarse y recibir avivamiento para su ministerio. Wesley y los demás líderes ayunaron durante los diez días anteriores a la conferencia, sólo con pan y agua, como una preparación espiritual para enseñar a los pastores.
F). El ayuno sobrenatural. Moisés ayunó durante 40 días: “Y Moisés se quedó en el monte, con el Señor, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber nada” (Éxodo 34:28); aparentemente, Moisés realizó dos ayunos de cuarenta días en la montaña, mientras oraba, y recibía los mandamientos de parte de Dios. Los dos ayunos estuvieron separados por unos pocos días, durante los cuales el pueblo construyó un becerro de oro, es decir, un falso dios (Deuteronomio 9:9,18,25). Dios hizo un milagro sobrenatural para que Moisés pudiera llevar a cabo esta clase de ayuno, ya que lo normal es que una persona muera si deja de beber agua por más de siete días. Nadie debería intentar hacer un ayuno de 40 días sin beber agua.
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