En algún sitio leí “la oportunidad siempre ha estado a la espera de las personas valientes”.
La oportunidad es el momento ideal o propicio para algo, y los que son valientes se lanzan en busca de las oportunidades, que les permitirán alcanzar aquellas cosas que desean.
La valentía no es la ausencia del miedo, más bien es ir por encima de temores, superarlos y no dejar que te obstaculicen en lo que te has propuesto lograr.
Cuando tienes la ocasión, y con todo tu corazón crees que es el momento perfecto para hacerlo, atrévete, “porque el que no arriesga, no gana”.
Dios nos brinda oportunidades maravillosas, todos los días, de hacer muchas cosas. Amar, sentir, reír, trabajar, soñar, construir. Y no sólo de hacerlas, sino también de corregir errores que hayamos cometido antes. Porque nadie es lo suficientemente perfecto como para nunca cometer errores.
Por tal razón, cada día nos ofrece una nueva oportunidad para hacer algo. Pero está en nosotros, aprovecharlas y apreciarlas en su medida. Hay quien ve caer la lluvia y se lamenta, y hay quien ve caer la lluvia y piensa que es buen día para vender paraguas.
El modo en que vemos las cosas y las percibimos, muchas veces nos trae derrota o victoria. Puede que hoy sea un bellísimo día para que aproveches la oportunidad que está tocando a tu puerta. Y si es así, tienes que ser valiente y apresurarte a tomarla, antes de que otro la tome y tú la pierdas.
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