“Hijitos míos, que nuestro amor no sea solamente de palabra, sino que se demuestre con hechos” (1 Juan 3:18)
El lenguaje del amor es emocionante, está siempre vivo, siempre cambia. Teniendo en cuenta que expresar amor requiere dar y recibir, vamos a ver las cosas que hiciste ayer, en orden a “hablar” el idioma del amor a los que te rodean. Luego pídele a tu familia que también participe, recordando las maneras en que expresaron amor ayer. Que piensen en lo que ocurrió en casa y en la escuela, o en el caso de tus padres, en el trabajo. Una vez que se haya hecho, compartidlo todo en familia, pídele a cada miembro de ella que lo haga.
Después de que todos hayan compartido, pídeles que hagan un círculo y que cada uno le mencione a quien está a su lado, una cosa que él o ella hace, que considera un ejemplo propio del idioma del amor hacia los demás. Por cada ejemplo, que introduzca algo en el círculo. Y que cada uno tenga la oportunidad de compartir.
¿Qué ocurriría si este pequeño ejercicio se convirtiera en una tradición familiar? ¿Te haría pensar más en la manera como tratas a los que viven contigo, y a todos los que te rodean?
Tú puedes marcar la diferencia en las vidas de aquellos con quienes entras en contacto, “hablando” el idioma del amor.
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