“Hijitos míos, que nuestro amor no sea solamente de palabra, sino que se demuestre con hechos” (1 Juan 3:18)
Después de que todos hayan compartido, pídeles que hagan un círculo y que cada uno le mencione a quien está a su lado, una cosa que él o ella hace, que considera un ejemplo propio del idioma del amor hacia los demás. Por cada ejemplo, que introduzca algo en el círculo. Y que cada uno tenga la oportunidad de compartir.
¿Qué ocurriría si este pequeño ejercicio se convirtiera en una tradición familiar? ¿Te haría pensar más en la manera como tratas a los que viven contigo, y a todos los que te rodean?
Tú puedes marcar la diferencia en las vidas de aquellos con quienes entras en contacto, “hablando” el idioma del amor.
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