viernes, 11 de abril de 2014

¿Ejercitas tu cuerpo espiritual?

"Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera". 1 Timoteo 4:8
Se está poniendo de moda el hábito de ejercitar el cuerpo para mantenerlo en forma. Basta con encender la TV para ver decenas de anuncios, en los que se ofrecen todo tipo de máquinas para trabajar la musculatura, y si damos una mirada al exterior de nuestra casa, seguramente veremos a alguien trotando o corriendo. Incluso si vamos conduciendo, es normal cruzarnos con centros comerciales, gimnasios o tiendas, mencionando y recordándonos lo importante que es mantenernos saludables.

También nosotros, como cristianos, tenemos la responsabilidad de cuidar el cuerpo que Dios nos dio, pues el Señor ha escogido hacer de él el templo del Espíritu Santo. Para ello, entre otras cosas, tenemos que aprender lo básico sobre nutrición, saber escoger los alimentos de mejor calidad biológica, para alimentar nuestro organismo de la forma más adecuada; el deporte y la actividad física al aire libre también son muy importantes, para eliminar residuos metabólicos, cargar oxígeno, fijar vitaminas, calcio, etc. Éstos son objetivos fundamentales para la bueba salud física, pero somos seres tridimensionales (cuerpo, mente y espíritu), y como tales, debemos cuidar nuestra salud en todas las áreas; si sólo damos importancia a la parte física, no será suficiente. 


El cuerpo es nuestro vehículo; podemos tener el coche mas hermoso y fuerte de la ciudad, pero si la mente y el espíritu del conductor no están sanos, el vehículo no irá lejos, tarde o temprano terminará destrozado si el chófer no tiene la capacidad necesaria para conducirlo. Está claro que es primordial mantener el motor y todos los componentes del coche en un estado mecánico óptimo, para tener la seguridad de que el "vehículo" se encuentra sano; pero lo más importante es cuidar la salud interna del conductor, precisamente, la mente y el espíritu.

Dentro de unos años, cuando Dios así lo decida, obtendrás un coche indestructible, un nuevo cuerpo, más fuerte, más sano, más eficaz, un cuerpo celestial, pero tu espíritu de conductor seguirá siendo el mismo. La solución es que ejercites tu vida interior leyendo la palabra de Dios, buscando a diario su presencia, solo É
l puede fortalecer las áreas más importantes de tu vida.


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