viernes, 14 de marzo de 2014

Sorpréndeme

Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo.
Eclesiastés 3.1

¿Y el amor sigue siendo hermoso? Claro que sí, el hecho que no tengas aún a tu ayuda idónea a tu lado no quiere decir que no exista, ¿no crees?
No por el hecho de que él o ella aún no llegue y te diga "hola amor, llegué", quiere decir que debas renunciar a tu sueño de tenerle a tu lado, para edificarse el uno con el otro y tener a Cristo como el centro de vuestra relación.

Yo he sido una de las primeras personas en afanarme en que llegue de una vez mi ayuda idónea, hasta el punto que me he llegado a deprimir.
Sin embargo, un día, Dios, mi mejor amigo, me dijo: María ¿por qué te afanas tanto por cuándo vendrá y quién será? Yo me quedé pensando y le dije: tienes razón, ¿por qué me afano tanto? El siguió diciendo..., ¿por qué no vives el presente y esperas que él sea quien te sorprenda con su llegada?

Desde ese día me di cuenta que eso quiero, que me sorprenda quienquiera que sea mi ayuda idónea. En realidad quien me va a sorprender es Dios y eso es más que bello.

Aunque siendo honesta, confieso que sí deseo conocer muy bien a mi ayuda idónea, claro que sí, pero también me pongo a pensar que deseo que sea en el tiempo correcto, preciso, es decir, en el momento de Dios, porque ese día ambos hallaremos gozo y felicidad.
Me he dado cuenta que esperar es lo más dulce, sabio, digno de alabanza y mucho más, si es en el Señor. 
A lo largo de la vida cometemos errores y hubo noches en que lamentamos y lloramos por nuestras malas decisiones; sin embargo, luego nos dimos cuenta que todas esas lágrimas nos ayudaron a madurar y a percatarnos de que no queremos un amor superficial movido por sentimientos, sino una relación cuyo centro sea Jesús.
Por lo tanto, hermanos, dejémonos sorprender por aquel o aquella, que al igual que nosotros, se está preparando para cuando Dios diga sí; sí, hijos míos, les doy el visto bueno, adelante.

Yo he decidido dejarme sorprender y ¿tú?


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