lunes, 3 de marzo de 2014

Perder el Rumbo

En una peligrosa costa, donde los naufragios son frecuentes, había un precario y pequeño puesto de salvamento. Sus instalaciones no eran más que una simple cabaña y había un solo barco salvavidas. No obstante, los miembros de salvamento, aunque pocos pero muy dedicados, mantenían una constante vigilancia sobre el mar, y sin pensar en sí mismos, día y noche buscaban incansablemente a los náufragos. Muchas vidas fueron salvadas por este maravilloso y pequeño puesto, ganando de esta manera el reconocimiento de todos.
Algunas de las personas salvadas, junto a otros residentes de los alrededores, querían asociarse al puesto y contribuir con su tiempo, dinero y esfuerzo para mantener el trabajo de salvamento. Nuevos barcos salvavidas fueron comprados y nuevas tripulaciones adiestradas, de manera que el pequeño puesto creció.
Algunos de sus miembros estaban disconformes con el hecho de que las instalaciones fueran tan precarias y tan mal equipadas, y propusieron ampliar el lugar de emplazamiento y cambiar el mobiliario, para transformarlo en un lugar más confortable para los náufragos rescatados; así lo hicieron. Poco a poco el puesto de salvamento se transformó en un popular lugar de reunión para sus miembros. Mejoraron la decoración y comenzaron a usarlo como una especie de club. Ahora era menor el número de miembros interesados en salir al mar en misión de salvamento, por lo que contrataron tripulaciones de barcos salvavidas para hacer el trabajo, aunque el motivo predominante aún no era la decoración del club, todavía era el salvamento de vidas, hasta había un pequeño bote salvavidas en la sala principal, donde se celebraba la ceremonia de admisión al club.
Durante esa época, un barco naufragó cerca de la costa, la tripulación contratada trajo al lugar personas con frío, mojadas y medio ahogadas. Estaban sucias y enfermas, y la mayoría eran de una baja condición social. Entonces, el nuevo y hermoso club se transformó en un caos.
En la reunión siguiente del comité directivo, la mayoría de los miembros propuso suspender las actividades de salvamento por ser desagradables y obstaculizar la vida social normal del club; pero algunos miembros insistieron en que el salvamento de vidas era el propósito primario y principal del lugar, y que aún se llamaban “puesto de salvamento”. Al final, estos miembros fueron derrotados en la votación. Se les comunicó que si querían salvar las vidas de los que naufragasen, podían hacer su propio puesto de salvamento en otro lugar de aquella larga costa. Y eso hicieron.
Con el paso de los años, el nuevo puesto de salvamento pasó por las mismas experiencias que el anterior. Acabó tornándose en un club, y un puesto más de salvamento fue fundado. La historia se repitió, de manera que cuando se visita esa costa, se pueden apreciar varios clubes exclusivos a lo largo de la playa. Los naufragios son frecuentes en esas aguas, y la mayoría de las personas mueren ahogadas.
Que Dios nos libre de imitar esos ejemplos en la manera en que desarrollamos nuestra vida, nuestra relación con los demás y la misión que desarrollamos día a día. ¡Vivamos una vida completa totalmente!

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