domingo, 2 de marzo de 2014

¿Existe un argumento que pruebe la existencia de Dios? - Preguntas bíblicas

La pregunta de si hay un argumento concluyente para la existencia de Dios ha sido debatida, a través de la historia, por gente extraordinariamente inteligente colocada a ambos lados de la disputa. En tiempos recientes, los argumentos en contra de la posibilidad de la existencia de Dios, han asumido un espíritu conflictivo que acusa a cualquiera que se atreva a creer en Dios, de ser alguien delirante e irracional. Karl Marx aseguraba que cualquiera que creyera en Dios, debía tener un desorden mental que causaba la invalidación del intelecto. El psiquiatra Sigmund Freud escribió que una persona que creyera en un Dios Creador, era una persona delirante, que sólo sostenía esas creencias debido a un factor de “cumplimiento de un deseo”, lo que causó que Freud le considerara tenedor de una posición injustificable. El filósofo Frederick Nietzsche dijo abiertamente que la fe equivalía a negarse a reconocer lo que es verdadero. Las voces de estas tres figuras de la historia, junto con otras, son simplemente repetidas ahora por una nueva generación de ateos, quienes claman que la creencia en Dios está intelectualmente injustificada.

¿Realmente es así el caso? ¿Creer en Dios es mantener una posición racionalmente inaceptable? Aparte de lo que dice la Biblia, ¿puede establecerse algún caso de la existencia de Dios que refute la posición, tanto de los viejos como de los nuevos ateos, y ofrecer suficiente garantía para creer en un Creador? La respuesta es sí, se puede. Por otra parte, al demostrar la validez de un argumento a favor de la existencia de Dios, el caso del ateísmo resulta ser intelectualmente débil.

Para formar un argumento para la existencia de Dios, debemos comenzar por hacer las preguntas correctas. Comencemos con la pregunta metafísicamente más básica: “¿Por qué tenemos algo real, en vez de absolutamente nada?” Esta es la pregunta básica de la existencia de Dios. ¿Y, por qué estamos aquí; por qué está la Tierra aquí; por qué está aquí el universo en vez de la nada? Comentando este asunto, un teólogo ha dicho, “En algún sentido, el hombre no hace preguntas acerca de Dios; su existencia misma exime cualquier pregunta acerca de Dios.”
Al considerar esta pregunta, hay cuatro posibles respuestas de por qué tenemos algo en vez de absolutamente nada:

1. La realidad es una ilusión.
2. La realidad es/fue auto-creada.
3. La realidad es auto-existente (eterna)
4. La realidad fue creada por algo que es auto-existente.

Así que, ¿cuál es la solución más plausible? Comencemos con la realidad siendo simplemente una ilusión, lo cual es la creencia de un número indeterminado de religiones orientales. Esta opción fue excluida hace siglos por el filósofo René Descartes, famoso por su declaración, “Pienso, luego existo.” Descartes, siendo matemático, argumentó que "si él estaba pensando, entonces él debía “existir.” En otras palabras, “Pienso, por lo tanto no soy una ilusión.” Las ilusiones requieren de algo que las cree, y por otra parte, tú no puedes dudar de la existencia de ti mismo si ya ha sido probada tu existencia; es un argumento auto-excluyente. 
Así que la posibilidad de que la realidad sea una ilusión queda eliminada.

La siguiente es la opción de que la realidad sea auto-creada. Cuando estudiamos filosofía aprendemos sobre las declaraciones “analíticamente falsas”, que significan que son falsas por definición. La posibilidad de que la realidad sea auto-creada es uno de esos tipos de declaraciones, fundamentadas en que algo no puede ser anterior a sí mismo. Si tú te creaste a ti mismo, entonces tú debes haber existido antes para que te crearas a ti mismo, pero eso simplemente no puede ser. En la teoría evolutiva a veces se indica esto como la “generación espontánea” – algo que procede de la nada – una posición que pocos, ni siquiera ninguna persona razonable sostiene, simplemente porque no se puede obtener algo de la nada. Incluso el ateo David Hume dijo, “Yo nunca juzgué tan absurda una proposición como la de que cualquier cosa puede surgir sin una causa.” Puesto que algo no puede proceder de nada, 
la alternativa de la realidad como algo auto-creado es excluida.

Ahora nos hemos quedado con sólo dos elecciones – una realidad eterna, o la realidad siendo creada por algo que es eterno; un universo eterno, o un Creador eterno. El teólogo del siglo XVIII Jonathan Edwards resumió esta encrucijada:

• Algo existe.
• La nada no puede crear algo.
• Por tanto, existe un “algo” necesario y eterno.


Notemos que tenemos que regresar a un “algo” eterno. El ateo que se burla del creyente en Dios por creer en un Creador eterno, debe recapacitar y aceptar por lo menos la existencia de un universo eterno; es evidente que es la única opción que puede elegir. Pero ahora la pregunta es, ¿a dónde nos conduce esa evidencia? ¿Acaso la evidencia apunta a la existencia de la materia antes que la mente, o a la mente antes que la materia?

Hasta ahora, todos los puntos clave de la evidencia científica y filosófica apuntaban lejos de un universo eterno y cerca de un Creador eterno. Ya desde el punto de vista científico, los científicos honestos admiten que el universo tuvo un principio, y todo lo que tiene un principio no es eterno. En otras palabras, todo lo que tiene un principio tiene una causa, y si el universo tuvo un principio, tuvo una causa. Además, el hecho de que el universo tuvo un principio, es subrayado por evidencias tales como la segunda ley de la termodinámica, el eco de radiación del big-bang, descubierto a principios del siglo XX, el hecho de que el universo se esté expandiendo y pueda ser rastreado hasta un singular inicio, y la teoría de la relatividad de Einstein. Todas ellas prueban que el universo no es eterno.

Más aún, las leyes que estudian la causalidad hablan en contra de que el universo sea la consecuencia última de todo lo que conocemos, por el simple hecho de que un efecto debe asemejarse a su causa. Siendo esto así, ningún ateo puede explicar cómo un universo impersonal, sin propósito, sin significado y amoral, creó accidentalmente seres, nosotros, llenos de personalidad y obsesionados con el propósito, el significado y las leyes morales. Tal cosa, desde el punto de vista causal, refuta por completo la idea de un universo natural dando origen a todo lo que existe. Así que al final, 
el concepto de un universo eterno es, también, eliminado.

El filósofo J. S. Mill, no un cristiano, resumió a lo que hasta ahora hemos llegado: “Es evidente en sí, que sólo la Mente puede crear mente.” La única conclusión racional y razonable es que un Creador eterno es el responsable de la realidad, tal y como la conocemos. O poniéndolo en un conjunto de declaraciones lógicas:

• Existe algo.
• Tú no obtienes algo de la nada.
• Necesariamente existe “algo” eterno.
• Las únicas dos opciones son un universo eterno, y otra un Creador eterno.
• La ciencia y la filosofía han descartado el concepto de un universo eterno.
• Por tanto, existe un Creador eterno.


El ateo ocasionalmente Lee Strobel, quien llegó a este resultado final hace muchos años, comentó, “Esencialmente, me di cuenta de que siendo ateo tendría que creer que la nada produce todo; que la no-vida produce vida; que la aleatoriedad produce sincronización; que el caos produce información; que la inconsciencia produce consciencia; y la sinrazón produce razón. Estos saltos de fe fueron demasiado grandes para que los aceptara, especialmente a la luz del caso afirmativo de la existencia de Dios… En otras palabras, en mi evaluación, la visión cristiana justificó la totalidad de la evidencia mucho mejor que la visión atea.”

Pero la próxima pregunta que debemos abordar es la siguiente: si existe un Creador eterno, y ya hemos demostrado que así es, ¿qué clase de Creador es Él? ¿Podemos sacar conclusiones u opiniones acerca de Él en base a las cosas que ha creado? En otras palabras, ¿podremos entender la causa como consecuencia de sus efectos? La respuesta a esto es sí, podemos hacerlo, deduciendo las siguientes características:

• Él debe ser de naturaleza sobrenatural (puesto que Él creó el tiempo y el espacio).
• Él debe ser omnipotente (tremendamente poderoso).
• Él debe ser eterno (auto-existente).
• Él debe ser omnipresente (Él creó el espacio y no está limitado por él).
• Él debe ser eterno e inmutable (Él creó el tiempo).
• Él debe ser inmaterial porque trasciende el espacio y lo físico.
• Él debe ser personal (lo impersonal no puede crear la personalidad).
• Él debe ser infinito y único, puesto que no puedes tener dos infinitos.
• Él debe ser plural y también tener unidad, puesto que la unidad y la diversidad existen en la naturaleza.
• Él debe ser omnisciente (supremamente inteligente). Sólo un ser cognoscitivo (capaz de conocer) puede producir seres cognoscitivos.
• Él debe tener propósito, puesto que creó todo deliberadamente.
• Él debe ser moral (ninguna ley moral puede obtenerse sin un dador).
• Él debe ser protector (o no habrían sido dadas leyes morales).


Siendo ciertas estas cosas, es hora de preguntarse si alguna religión en el mundo describe a tal Creador. 
La respuesta a esto es sí: el Dios de la Biblia se ajusta perfectamente a este perfil. Él es sobrenatural (Génesis 1:1), poderoso (Jeremías 32:17), eterno (Salmo 90:2), omnipresente (Salmo 139:7), eterno/inmutable (Malaquías 3:6), inmaterial (Juan 5:24), personal (Génesis 3:9), necesario (Colosenses 1:17), infinito/único (Jeremías 23:24, Deuteronomio 6:4), plural, pero con unidad (Mateo 28:19), inteligente (Salmo 147:4-5), con propósito (Jeremías 29:11), moral (Daniel 9:14), y protector (1 Pedro 5:6-7).

Un último punto por abordar sobre el tema de la existencia de Dios, es el asunto de la justificación real de la posición del ateísmo. Puesto que el ateo afirma que la posición del creyente no es convincente, sólo es razonable devolver la pregunta hacia él. La primer cosa por entender es la afirmación que hace el ateo: – “sin dios,” que es lo que significa “ateo”; esta es una posición insostenible de adoptar desde el punto de vista filosófico. Como dice el jurista y filósofo Mortimer Adler, “Una proposición existencial afirmativa puede ser probada, pero una proposición existencial negativa, una que niega la existencia de algo, no puede ser probada.” Por ejemplo, alguien puede asegurar que las águilas rojas existen y alguien más puede asegurar que las águilas rojas no existen. El primero sólo necesita encontrar una sola águila para probar su afirmación. Pero el segundo debe peinar el universo entero y literalmente estar en todo lugar al mismo tiempo, para asegurarse que por él no ha pasado inadvertida ninguna águila roja, en ninguna parte y en ningún momento, lo cual es imposible de hacer. 
Esta es la razón por la que los ateos intelectualmente honestos, admitirán que ellos no pueden probar que Dios no existe.

Seguidamente, es importante entender el problema que se suscita a la vista de
 la seriedad de las afirmaciones de la verdad que se han hecho, y la cantidad de evidencias requeridas para respaldar ciertas conclusiones. Por ejemplo, si alguien pone dos vasos de limonada frente a ti, y te dice que una puede ser más ácida que la otra; puesto que las consecuencias de elegir la bebida más ácida no son definitivamente serias o fuertes, no necesitarías muchas evidencias para tomar tu decisión. Sin embargo, si el anfitrión le añadiera azúcar a un vaso, y en el otro pusiera veneno para ratas, entonces querrías tener la suficiente evidencia o claridad antes de tomar tu decisión.

Aquí es donde una persona sopesa las consecuencias al tratar de decidir entre el ateísmo y el creer en Dios. Puesto que optar por el ateísmo podría derivar en irreparables consecuencias eternas, parecería obvio demandar del ateo que presentase pruebas fundamentales y de peso para apoyar su postura, pero el caso es que no puede. El ateísmo no puede presentar la prueba contra la evidencia, por la sencilla razón de la extrema gravedad de los cargos que hace. En vez de ello, el ateo y aquellos a quienes él convence de su posición, se deslizan sobre la verdad de la eternidad con sus dedos cruzados, esperando no encontrarse con la desagradable verdad de que la eternidad realmente existe. Como dice Mortimer Adler, “Más consecuencias para la vida y la acción se derivan de la afirmación o negación de Dios, que de ninguna otra pregunta básica.”

Así que ¿el creer en Dios tiene una garantía intelectual? o ¿existe un argumento racional, lógico y razonable para la existencia de Dios? Absolutamente cierto esto último. Mientras que los ateos, tales como Freud, aseguran que aquellos que creen en Dios simplemente quieren el cumplimiento de un deseo, tal vez es que Freud y sus seguidores son quienes realmente sufren por el cumplimiento de un deseo: la esperanza y el deseo de que no haya un Dios, ni a quién entregar cuentas, y por lo tanto tampoco un juicio. Pero refutando a Freud está el Dios de la Biblia, quien afirma Su existencia y el hecho de que verdaderamente vendrá un juicio para aquellos que sabían, dentro de ellos mismos, la verdad de que Él existe, pero que suprimieron esa verdad (Romanos 1:20). Pero para aquellos que responden a la evidencia de que realmente existe un Creador, Él ofrece el camino de salvación que ha sido logrado a través de Su Hijo, Jesucristo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1:12-13).


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