A Dios nunca le ha visto nadie. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y Su amor se perfecciona en nosotros. En esto sabemos que permanecemos en Él y Él en nosotros: en que nos ha dado de Su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo. Todo aquél que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él. En esto se perfecciona el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como El es, así somos también nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
En el texto se pueden encontrar cinco pruebas de una fe madura.
Primera prueba: El Amor
A Dios nunca Lo ha visto nadie. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y Su amor se perfecciona en nosotros
No le hemos visto pero Él permanece en nosotros y se perfecciona en nosotros cuando nos amamos.
Segunda: El Espíritu Santo
En esto sabemos que permanecemos en Él y Él en nosotros: en que nos ha dado de Su Espíritu.
El Espíritu Santo nos confirma, del mismo modo que el Amor nos confirma que permanecemos en Él. La presencia del Espíritu y su afirmación en la madurez cristiana nos debe llevar al crecimiento en el amor.
Tercera: El Testimonio
Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo. Todo aquél que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.
El testimonio del creyente es otra manera de confirmar nuestra comunión. Algunas características de este testimonio son:
(1) Se inicia con un encuentro real (“hemos visto”)
(2) Contiene el evangelio (“El Padre envió al Hijo para ser el Salvador del Mundo”)
Cuarta: La deidad de Cristo
“Jesús es el Hijo de Dios”; el texto nos lleva a recordar a Pedro y al centurión. La comprensión de la divinidad de Cristo, nos lleva a comprender la magnitud del don y nos protege de las herejías de los falsos profetas.
Quinta: La Seguridad de la Salvación
"Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él. En esto se perfecciona el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como Él es, así somos también nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor".
El testimonio, el amor al prójimo, y la presencia del Espíritu Santo no son actos meramente rituales o mágicos. No dejan inmune a quien participa de ellos. Todos ellos se enmarcan en la relación amorosa con el Padre. Dios es amor, y su amor se perfecciona en nosotros en que nuestra confianza crece y caminamos en pos de Cristo, no por miedo al castigo sino porque le amamos.
¿Cómo está su fe?
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