lunes, 17 de marzo de 2014

El Señor es mi pastor y la protección divina

Los dos salmos, el 34 “La protección divina” y el 23 “Jehová es mi pastor”, tienen una propiedad o un nexo común, que es SU PROTECCIÓN. Porque el Señor no abandona a sus hijos. No lo hace, por supuesto, a los que le quieren, a sus siervos, a los que le temen. Pero, ya leído, analicemos un poco lo que nos dice:
 El Salmo 23, en mi modesta opinión el más excelso de los salmos, comienza así: “El Señor es mi pastor”.
Hay una notable confianza en esta frase. No hay un "sí condicional" ni un "pero", ni tampoco un "espero que…"; sino que dice: "El Señor es mi pastor."
Nos está diciendo que perseveremos en nuestra total confianza y dependencia de nuestro Padre Celestial.
La palabra más dulce de todas las de esta frase es el monosílabo "mi". No dice: "El Señor es el pastor del mundo en general, y guía a la multitud de su rebaño". No; por el contrario dice: "Dios es mi pastor". Aunque no fuera el pastor de nadie más, es, con todo, mi pastor; me cuida, me vigila y me guarda. Es decir, estamos bajo el cuidado del Señor. Cristo, verdaderamente, nos mantiene alejados de nuestros enemigos, del pecado. Pero Él será realmente dulce si entras en su rebaño, incluso a pesar de tus pecados.
Vengamos, pues, a Jesucristo; dejemos que Él sea ahora el pastor de nuestra alma. Que este pensamiento de que Jesucristo es dulce en su trato con todos los miembros de su rebaño, especialmente con los que pecaron, persuada los corazones de algunos pecadores a que entren en su redil. En el nombre de Jesús, amén.
Fdo. M. Gayo
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario