¡Todas las cosas en la vida están diseñadas para funcionar bajo un orden especifico!
El orden es un factor fundamental para que funcionen todas las cosas en la vida; nada puede funcionar bien en un ambiente desordenado. Nuestro Dios es un Dios de orden y donde hay desorden ahí no está Dios. Cualquier institución humana que esté en desorden no funciona bien, y también es muy alta la posibilidad de que no se logre mantener en buen funcionamiento por mucho tiempo y se generen grandes pérdidas. El desorden atrae pobreza y destrucción. En cambio el orden es el fundamento de la prosperidad.
1 Corintios 11:7: El varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.
Efesios 5:23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
Génesis 2:18 Después dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él.
Efesios 5:23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
Génesis 2:18 Después dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él.
En la actualidad muchos esposos dicen que el matrimonio es cosa de dos, que los dos ponen por igual y tienen igual autoridad en el hogar, pero esto no es exactamente cierto. Los tres versículos anteriores expresan con absoluta claridad, que el hombre es el llamado a ejercer el liderazgo en el hogar. Liderazgo, propiamente en este caso, no es machismo. Un líder es alguien que comprende que es la imagen y gloria de Dios en cualquier ámbito, y en este caso en el hogar, nunca lastimará a su esposa ni a sus hijos. Al contrario, les cuidará, les protegerá y les ayudará a desarrollarse. Ser el cabeza de familia, la cabeza visible de la mujer, no significa tener una licencia para lastimarla, sino al contrario, para valorarla y levantarla con el amor de Dios. El hombre es llamado a ejercer la imagen y la gloria de Dios en su hogar. O sea, es el llamado a dar amor incondicional, atención y servicio a su esposa y a sus hijos.
La mujer fue diseñada para ser la ayuda idónea de su esposo, para alcanzar la meta más importante de la vida: tener y disfrutar de una familia saludable que glorifique a Dios con su estilo de vida. Dios diseñó a la mujer para que fuera la encargada de crear vida en su vientre, mientras el hombre la cuida, la protege y la alimenta.
El orden de Dios es que el hombre haga el trabajo duro de la casa, por eso le equipó con más fuerza física y destrezas intelectuales y manuales para encargarse de las labores más fuertes. Y la mujer fue diseñada para cumplir la misión más hermosa de la vida, atender y cuidar de su esposo y sus hijos. El feminismo es lo mismo que el machismo, pero en versión femenina. La mujer no fue diseñada para competir con el hombre, sino para ser su compañera, su ayuda idónea, una mujer sabia y virtuosa que edifica el hogar.
Pero la sociedad contemporánea ha ido perdiendo el orden de Dios en casi todas las cosas, específicamente en la relación matrimonial, lo cual conduce al caos en que viven hoy la mayoría de los matrimonios. Fuera del orden de Dios nada funcionará, porque ÉL nos diseñó y solo ÉL puede decirnos cómo funcionamos. Los grandes problemas de la vida moderna son debidos, a que las personas han decidido vivir de forma diferente a lo que nos enseña quien nos diseñó y nos creó. El resultado es el desorden, y sus consecuencias muy negativas para la sociedad. El orden de Dios es que primero debemos amarle a ÉL, luego al cónyuge y después a los hijos.
Si tu hogar ha estado en desorden, hablen los cónyuges al respecto y busquen ayuda para poner el orden de autoridad y servicio correctos, para vivir conforme al diseño de Dios. Esto les traerá bendición y prosperidad.
Si tu hogar ha estado en desorden, hablen los cónyuges al respecto y busquen ayuda para poner el orden de autoridad y servicio correctos, para vivir conforme al diseño de Dios. Esto les traerá bendición y prosperidad.
Tú matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. ¡CUÍDALO!
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