Además, no pequen al dejar que el enojo los controle. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo.” Efesios 4:26-27 NTV
El enojo suele causar desastres cuando no es controlado. Tomemos como ejemplo a un varón que ha sido despedido de su trabajo injustamente. Se siente molesto, indignado y busca a su jefe para poder conversar con él, pero su enojo es tan grande que en vez de hablar, grita y exige. Su jefe por más que intenta tranquilizarle no puede, así que hace que los guardias le saquen. Este hombre, furioso, se va a su casa donde se encuentra con su familia; cuando llega y su esposa le pregunta “¿qué pasó?”, él responde muy rudamente que le despidieron, y cuando ella pregunta la causa, él, enojado, le grita que no sabe por qué y se encierra en su cuarto. Ella queda muy dolida por el trato que recibió. El día acaba sin que nadie hable del tema y en un ambiente tenso en toda la familia.
El enojo es una emoción natural que surge como producto de una frustración sentida hacia una persona o hacia nosotros mismos; surge también como una impresión de avasallamiento de nuestros derechos personales, así como de nuestra percepción de injusticia, entre otras causas.
Y muchas veces al dar lugar al enojo, llegamos a desquitarnos con las personas que más cerca tenemos, lastimándolas. El varón del ejemplo no controló esta emoción que le llevó a romper la amistad con su ex jefe, quien posiblemente, más adelante le hubiera vuelto a contratar, y su manera de reaccionar dejó mucho que desear. También llevó su enojo a su hogar, y su esposa pagó por algo de lo que no era responsable.
Los psicólogos apuntan que una persona irritada puede fácilmente estar equivocada en sus reacciones, porque la ira, el enojo y la frustración causan una pérdida en la capacidad de controlarse y pensar con claridad.
El consejo que nos deja Pablo en Efesios es muy importante, pues si hay algo que te ha pasado y te ha provocado ese enfado, no debes permitir que esa emoción te controle, que te robe tiempo, ni te afecte.
También Santiago 1:19-21 dice: “Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. El enojo humano no produce la rectitud que Dios desea. Así que quiten de su vida todo lo malo y lo sucio, y acepten con humildad la palabra que Dios les ha sembrado en el corazón, porque tiene el poder para salvar su alma”.
Aparta todo el enojo que tengas hacia alguien y no permitas que ese momento irritante te quite bendición.
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